martes, 22 de octubre de 2013

And I think it's going to be a long, long time...



Hubo un tiempo en el que ser fan de Elton John era poco decoroso, fue ese tiempo en que el Elton sacaba discos y discos repletos de malas canciones y hacía videos aún peores.

Su nuevo disco me hace creer que esos días ya pasaron.

Pero antes de estos tiempos que digo hubo otros, cuando Elton salía al escenario disfrazado. Y más viejos aún son los años en los que las chicas, las jovencitas británicas de uniformes impecables hacían clubes de fans de Elton John y gritaban como locas cuando él salía al escenario con trajes brillantes, su propio y escaso cabello agengibrado y su sonrisa de “gap teeth” para cantar su nueva rola, Rocket Man.







Así me lo imagino, porque yo nací muchos años después y en otro país, en otro continente.


Yo descubrí a Elton John por un comercial de Diet Coke donde él salía cantando y tocando el piano, y se intercalaban escenas de películas antiguas con James Cagney y Humphrey Bogart; tendría yo como 8 o 10 años, y lejos estaba de saber quiénes eran esos tipos, y más aún, que me haría fan de los tres (Elton John on top of the list, of course).






Luego Elton John vino a México por primera vez en su carrea. 1992, yo, de 14 años, en tercero de secundaria, me enamoré de él.


Es raro que una niña de secundaria se enamoré de un cantante completamente demodé y que nunca fue precisamente guapo, pero a mí me pasó, me enamoré realmente. Mientras todas en el grupo morían por The New Kids on the Block, yo tenía que confesar con un poco de pena que era fan de Elton John...



Reflexiono poco sobre eso, pero creo que fue raro. En fin, gracias a ese enamoramiento “fugaz” (me duró años) comencé a tomar una serie de sabias decisiones:


1) Si quería escuchar más canciones de Elton John (además del cachito de The One que salía en los comerciales de tv) tenía que comenzar a escuchar estaciones de música en inglés.


Esta decisión al principio fue un suplicio, no conocía a nadie, y me daba pena con mis padres, que escucharan los gritos y sombrerazos que ahora oía yo en la radio. Pero fue así como comencé a escuchar dos estaciones: WFM y Rock 101.


2) Si quería conocer a Elton John, debía ser locutora.


Porque Charo Fernández era locutora y ella entrevistaba a Elton John, así que yo debía hacer lo mismo.


En aquel lejano tercero de secundaria lejos estaba de imaginar que las dos decisiones iban a cambiar mi vida. Yo sólo quería entrevistar a Elton John.


Una tarde, escuchando Rock 101 oi por primera vez Radio Alicia, el programa de Jaime Pontones. Me llamó la atención la cortinilla que decía “consecuencia de tu fantasía, radio, radio, radio, radio, radio... Alicia”.

Mentiría si dijera que particularmente ese programa cambió mi vida. Fue uno más de los que contribuyeron a que cambiara. Rock 101, la de entonces, sí me dio algunas lecciones, de música, de cine, de libros, de locución, de sueños.

Cuando iba en la universidad, en tercer semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación (porque sí seguí mi determinación de ser locutora, y por eso decidí estudiar periodismo) el profe de Metodología II nos dio un texto escrito por Jaime Pontones, que se llama “¿Dónde quedó la bolita?”, harto interesante, para mí, además cargado de recuerdos de esos años que ya entonces veía lejanos.


Fue interesante tener nuevamente noticias de Jaime Pontones, ahora hablándome de investigación, de imaginación, de utopías, de hacer lo imposible, esta vez desde el papel.


Años más tarde conocería a algunos de mis “héroes” de la radio, luego trabajaría en ella, haría yo la magia que ellos hacían, esa de hablar y alcanzar rincones lejanos con mi voz, esa de poner a la gente a soñar, a imaginar.


Todavía no entrevisto a Elton John, y eso es muy bueno, quiere decir que elegí un buen sueño, uno de esos que cuesta trabajo hacer realidad. Ya tengo listas algunas preguntas con base en sus canciones, y sigo haciendo más.


Tampoco he podido hacer el programa de mis sueños, pero, como dicen que decía Manuel Álvarez Bravo, “hay tiempo”. And I think it's going to be a long, long time...




Carmen González


jueves, 5 de septiembre de 2013

El regreso de Radio Alicia!!!!


El próximo sábado 7 de septiembre por el 1380 de AM regresa Radio Alicia de este lado del espejo, lamentablemente no estarán en los micrófonos ni el Majarishi Maese Yogui Jaime Pontones ni Julia Palacios, de hecho ni estaban enterados del regreso de su nena.

Me da mucho gusto que este proyecto sea rescatado y que se inunde de música grovie y buena vibra el espacio sónico de nuestra vida.

Ojalá los conductores sean jóvenes para así haber pasado la estafeta.  Pienso en alguien como Ximena Mágica.

Creo que deberían abrir el programa con este rolón:

 O quizás con esta rica rolita:
 

Lo que sí yo esperaría es que se cumplieran las reglas pontonescas:

- No traducir al español ni el nombre del intérprete, ni el título de la rola.
- Contextualizar el momento histórico de lo que sucedía, no solo poner canciones.
- No hacer concursos de una rola vs otra rola
- Saber la historia del grupo, disco y rola.

En fin, le deseo mucho éxito y claro que la estaré escuchando.

Supongo que se podrá escuchar en internet, la liga del grupo radiofónico es:

http://emisorasdemexico.com/

Consecuencia de tu Fantasía...
Revisitando el Génesis...

                                 RADIO ALICIA

martes, 13 de agosto de 2013

Una noche cachondísima


Por Diana Merit.

Mi relación con Radio Alicia comenzó a través de Rock 101. En casa se sintonizaba la estación por mis hermanos mayores y la escuché por muchos años desde chavita.

No recuerdo exactamente por qué traía el rollo en mi cabeza de la onda y la época hippie, añoraba haber vivido en los 60´s. Un día como a las 14:00 hrs llegué a casa y me recosté en mi cama, prendí la grabadora que estaba sintonizada en la estación y sonaba Love Me Two Times una de mis rolas predilectas del Rey Lagarto, me emocioné!! Hasta que quitaron el programa de Rock 101 dejé de escucharlo. Recuerdo una vez que programaron Can´t buy me love de los Beatles, Jaime decía algo como: "No puedes comprar mi amor ni con todo tu dinero ni todas tus riquezas", jugando con el tono de su voz ronca y baja...me fascinaba!!.



En otra ocasión, hicieron un programa especial que comenzó un viernes en la noche, Jaime entró como a media noche o 2 de la mañana, con el tema de las fantasías sexuales, yo tenía 16 años, la voz de Jaime, la gente llamaba a la estación para compartir su fantasía y yo en plena adolescencia...pff estuvo toda la madrugada conduciendo, una noche cachondísima, él fue el causante de mis primeras fantasías eróticas!!!

jueves, 13 de junio de 2013

Viviendo en el Imperio del Choro, entrevista a Jaime Pontones. 2a parte.



Continuamos con la entrevista a Jaime Pontones, a quien agradecemos su generosidad al recibirnos en dos ocasiones para tal efecto.

EL ROCK MEXICANO

BetoCronopio: ¿Fuiste al Festival de Rock y Ruedas en Avándaro?

Jaime Pontones: No me dejaron ir, no me dejó mi mamá, jajaja. A mi hermano mayor sí lo dejaron: a mí me dijeron que estaba muy chiquito. Mira, no fui a Avándaro pero fui todos los sábados re-li-gio-sa-men-te a las tardeadas de la Pista de Hielo de Insurgentes: vi a los Dugs Dugs y a la Máquina del Sonido. Además en la prepa fui al CUM y ahí llegaron a tocar Tinta Blanca y Náhuatl. Los covers de los Dugs Dugs me encantaban, eran muy buenos ejecutantes.



Ahora bien, mi hermano me lleva 2 años, entonces no había mucha diferencia de edad. Además se fue con los amigos de la cuadra un fin de semana largo y cuando todavía estaban allá empiezan a llegar las noticas de sexo y drogas, y mi mamá pensó que mi hermano “ya estaba drogadicto”. No sabes la tragedia en mi casa porque no había forma de comunicarse con él, no había celulares ni nada. Mi papá ya lo quería ir a buscar, a mi me decían “qué bueno que no te dejamos ir”  y fue muy chistoso porque la bitácora de lo que sucedió en mi casa… sucedió a nivel nacional.

El Estado mexicano se puso como loco y ahí se jodió todo: después de Avándaro ya no había conciertos, aunque no creas que había muchos antes. Cerraron la Pista de Hielo Insurgentes, todo mundo se autocensuró como régimen soviético. Porque ya no había nada que prohibir, ¿dónde oíamos rock? En las fiestas del Pedregal pagabas $10 y entrabas a ver quién iba a tocar.

Yo no sé como hubiera evolucionado el rock mexicano sin Avándaro. En 1971 había pocas propuestas originales, empezaban, si tú quieres, pero había pocas. El rock mexicano era un intento de hacer cosas psicodélicas de aquella época; yo tengo mis dudas pues nos agarró tal exuberancia y calidad del rock que llegaba del exterior que iba ser difícil sobresalir.

Evidentemente aquí se hacía rock and roll, pero es relativamente fácil hacer covers de los éxitos de rock en inglés. Era muy fácil hacer covers traduciendo, pero cuando la música se volvió compleja evidentemente los Rockin Devils ya no tenían nada que hacer y así habían varios grupos, por ejemplo Los Belmonts (que cantaban la de Amarrado[1])  pero traducir ciertas palabras ya estaba en chino. Para mí el idioma del Rock es el inglés, a lo mejor yo estoy loco y esto no es cierto, pero en fin: por el tipo de estructura del lenguaje que tiene el inglés. Los músicos del Conservatorio en México no eran rocanroleros, los poetas mexicanos no eran rocanroleros, nunca tuvimos un gran poeta que además hiciera música, que hiciera rock, nunca lo tuvimos.  Quítale la música a la poesía de Bob Dylan o de Leonard Cohen y te quedas con muy buena poesía, muy cabrona; quítale la música a “The End” de los Doors y te queda un gran collage. Entonces los buenos músicos que venían del oficio, porque tocaban muy bien, necesitaban músicos que compusieran y ahí entraban los poetas, porque la nueva poesía norteamericana venía montada encima del rock and roll.

UTOPÍA Y LOS UTÓPICOS


BC: Jaime, ¿alguna vez te diste cuenta de la trascendencia de Utopía?, ¿de los locos que te escuchábamos?, ¿de que afuera había gente sedienta de escucharte?, ¿esperabas que alguien te pidiera una entrevista 30 años después de tu último programa?

JP: (Piensa un rato) No lo sé. Al principio pensaba que era un grupo de loquitos, algo padre pero que eran menos personas. Para mí era muy importante lo de resignificar, tener cuidado con el lenguaje que utilizaba porque yo era más grande de edad y venía del rollo académico. Yo quería que el que hablara fuera el Jaime del 75 y no Jaime del 85: desde la honestidad absoluta temas como la soledad o el pánico a las chicas. Además iba metiendo de repente la parte política: sobre el movimiento estudiantil del 68 por ejemplo, hice un programa de Nicolás Guillén[2], y en las cápsulas de Rock101 hasta leí una de las tesis sobre Feuerbach de Marx.

A mí me interesaba compartir un rollo, no ver más allá, el objetivo era compartir el rollo. Te puedo decir que, por mi formación, tenía que ser un poco más responsable de lo que decía, como si fueran mis escuchas-colegas.  Utopía tiene un guión, nunca jamás entré a la cabina sin un guión, nunca. Radio Alicia[3] era algo más libre.

BC: ¿Qué disfrutabas más: Utopía o Radio Alicia?

JP: Eran cosas diferentes. Yo tenía una formación más de maestro, entonces veía mi tarea en Utopía más como una tarea didáctica: lúdica pero didáctica.

En Rock101 yo sentía, a lo mejor estúpidamente, la necesidad de formar a las personas. Pero eso significaba una vida, eso es lo que hace un profesor, hasta que te das cuenta que no alcanza, que está cabrón. Y Radio Alicia era más yo: en mi turno matutino el que hablaba Jaime Pontones.




EL IMPERIO DEL CHORO

         BC: ¿Qué es el imperio del choro?,¿por qué el imperio del Choro?

JP: El imperio del choro es, de alguna manera, el imperio de la palabra, pero es como la fuerza de la palabra. Yo creo, haciendo especulaciones epistemológicas, que piensas con palabras, escuchas con palabras, cuando hablas contigo mismo, cuando piensas, piensas con palabras y tal vez un poco con imágenes. Entonces, en Utopía lo que yo estaba resignificando eran justamente palabras, palabras que están montadas a un concepto. Como te decía, “soledad” puede ser una palabra que puedes entender diferente, entenderla más bien como un diálogo contigo mismo más que como la ausencia de otras personas, de otra presencia tuya contigo: como mirarte al espejo, ¿no? Esa es la idea de resignificar.

Entonces mi idea en Utopía era justamente resignificar la experiencia cotidiana, darle un significado diferente. ¿En dónde se daba esta resignificación? En el imperio del choro: en el imperio de la palabra.

Y DESPUÉS DE ROCK 101… TV AZTECA

 BC: Termina tu ciclo en Rock 101 y en Radio Alicia, y de repente te dejamos de escuchar, de leer. Ocasionalmente te veíamos: recuerdo alguna cápsula cuando murió George Harrison o cuando Bob Dylan recibió el Premio Príncipe de Asturias. Cosas no tan cotidianas, no como en un programa y la pregunta era qué le pasó a Jaime Pontones: ¿fue abducido por los extraterrestres?, ¿se fue a un retiro espiritual al Tíbet?, ¿se fue a vivir a Rishikesh tirando buena vibra desde allá?, ¿qué le paso a Jaime Pontones?, ¿a dónde se fue Jaime Pontones?    



JP: La cuestión es ésta: lo que me llamó la atención del radio era básicamente el imperio del choro, se requería una libertad que difícilmente podíamos encontrar en otro lugar, o así lo pensamos. Nos salimos de Rock101 porque empezamos a sentir que se nos estaba restringiendo esta libertad.

Empecé a hacer Radio Alicia con un proyecto que yo diseñé y llegó un momento en que me dijeron: “oye vamos a poner un programa, un noticiero en inglés en las mañanas”. Entonces dije: “no, o es todo el concepto o mejor no”. De alguna manera el grupo de Rock101 dentro de Radio Mil[4] estaba siendo un poco asediado, entonces cuando empezamos a sentir como que se aproximaban tiempos de censura en Rock101 decidimos mejor dejarlo. Cuando lo dejamos empezamos como a ver qué alternativas podíamos tener como grupo y no encontramos rápidamente acomodo en algún lugar en el que pudiéramos de alguna manera tener la libertad…



BC: ¿Creativa?, ¿te refieres a la libertad creativa?

JP: No, libertad en todos los sentidos: política, cultural, de lenguaje, libertad y ya. Tampoco se trataba de decir cosas así nada más, tienes que hacerte responsable de lo que dices. El famoso rating por ejemplo, fue muy importante entender el asunto del rating, finalmente los medios son un negocio: tiene que haber rating, tiene que haber ventas. A veces el rating puede ser una condicionante de la libertad…no vayas a ofender a un anunciante…la tiranía del rating.

No sabíamos en dónde íbamos a retomar el proyecto de Rock 101, no encontramos espacio en la radio y entonces me buscaron los de TV Azteca, se enteraron por los periódicos  de que habíamos renunciado. Y vine a entrevistarme con el que entonces era el que coordinaba todo TV Azteca: él me busco porque oía Radio Alicia. Entonces, entre que conseguíamos donde ir y que hacer, acepté venirme para acá a trabajar -según esto- mientras encontrábamos un espacio en la radio, me traje a Julia Palacios y a Luis Gerardo Salas y algunas otras personas. Fue muy chistoso porque me metí en la vorágine de aquí. Es otra cosa completamente diferente al radio. Bueno, creo que en algún momento volveré a hacer radio…sí me encantaría, aunque no sé si ya dije todo lo que quería decir.

BC: El mundo ejecutivo te absorbió…

         JP: Yo no me veo a mi mismo como un ejecutivo: creo que lo soy, pero no me veo. Yo tenía que hacer aquí la promoción de imagen, tenía que hacerme cargo de toda la imagen de Azteca , de los canales y de la promoción. No tenía la más remota idea, todo lo que yo sabía de tele, que era casi nada, lo aprendí haciendo unas cápsulas en Multivisión, se llamaban Introspección eran unas capsulitas de rock y eventos mundiales, hice como 100.

Yo escribía los guiones, buscaba imágenes, videos, fotos y documentos, hacía la voz y en Multivisión las producían. Entonces, cuando vine a Azteca pensé que me llamaban por eso, para hacer algo como Introspección en el 7 era un canal nuevo[5]: pensé que venía a hacer, algo parecido a lo que hacíamos en el radio, pero obviamente no fue el caso.

Déjame hacer un paréntesis. Yo empecé mi programa de Utopía de Bob Dylan en el ‘85. En el ‘89 me salí de la universidad y me integré a Radio Mil, pero curiosamente como programador y codirector de la estación Radio Mil[6] de estación, o sea un cuate de los directivos me dijo “te necesito para esto” y yo respondí “no sé de qué me esté hablando y no sé ni quien es Juan Gabriel”. Lo dije en serio, no en una posición mamona: de verdad no sabía. Él me dijo “justamente lo que busco es eso, alguien que tenga tu capacidad de hacer radio: no importa la canción, importa el medio y el mensaje”. Y así estuve programando Radio Mil –la estación- como un año.

Te cuento esta historia porque me pasó lo mismo aquí: yo no sabía de tele, prácticamente no veía nada de tele; yo no sabía de publicidad. Lo que sí sé es de diseño porque me gusta. Entonces lo que me dijeron en Azteca fue “no me importa: lo que necesitamos es tu capacidad creativa”. Me presentaron a mi equipo de trabajo -que yo veía como loquitos- y el primer día se presentó José Ramón Fernández por la puerta  y dijo “necesito la campaña del Mundial de EU 94”, entonces así empecé.

Entré pensando que estaba de paso y que en algún momento iba a retomar la radio. Seguía dando clases en la universidad, daba clases de comunicación, radio y música. Tengo la impresión de que esas clases en la universidad satisfacían mi rollo del choro: otra vez, tenía  un pie en el choro y otro aquí con una bola de retos extraños. Aquí el trabajo es como llegar y toparte con una hoja en blanco todos los días. A ver, haz una campaña del mundial otra vez, después de 19 años.  ¿Qué hacemos? No lo sé. Permanentemente te enfrentas a la hoja en blanco, luego me piden un logotipo para no sé qué: siempre es una hoja en blanco.

LA RADIO ES MONÓGAMA

Una de las cuestiones es que lo que yo hacía en la radio no es un asunto de un ratito nada más: la radio es muy demandante. Todo lo que yo dije en el micrófono está escrito, todo, todo; todo lo que dije en Utopía está escrito, guardo las cartas que me enviaban. Para mí la radio es monógama: es una demanda permanente, no es de ratitos, sobre todo lo que a mí me gustaba hacer: implicaba muchísimo tiempo. Además, es posible que todo lo que yo tenía que decir ya lo dije. A veces cuando he hecho alguna cosa para radio en los últimos años, me escucho, no sé, como pasado de moda.



De repente me dijeron “¿por qué no haces un programa  en Radio Ibero?” y nunca quise: ¿qué digo?...bueno como te dije, igual y algún día descubro  que si tengo todavía algo digno que decir. Pero para hacer radio,  necesito tiempo: ahora trabajo de tiempo completo y nunca me atrevería a llegar sin un guión, me cuesta mucho trabajo escribir. No podría escribir una columna diaria en el periódico: sé que tal vez lo pueda hacer y que puede que hasta me salga bien, pero me cuesta mucho trabajo. Ese texto que hice sobre Leonard Cohen y que publicaste en el blog me costó mucho trabajo. Yo veo la obra de Carlos Fuentes y me pregunto, ¿cómo le hizo?.

Eso es lo que pasó, por eso dejé de estar en la radio, por eso fue.

LA UTOPÍA… EN EL 2013

BC: Jaime, el año pasado tuvimos las campañas electorales y un candidato a la presidencia se atrevió a hablar en su programa de gobierno de la búsqueda de la felicidad. A un poeta le matan un hijo y su respuesta es dejar la poesía y se gesta un movimiento en donde se habla mucho de la palabra amor, de dar abrazos en forma indiscriminada; de decir: “debemos comprender”. En este contexto ¿sigue vigente la Utopía en el 2013?, ¿cómo lo ves a 30 años de distancia?

JP: A ver… vamos a ver. Yo haría una distinción muy clara: yo hablo de una Utopía personal, individual y una Utopía colectiva. Ambas pueden tener la misma función, pero a diferente nivel, ambas son la capacidad de imaginarte un futuro deseado, al imaginarte este futuro deseado, tus límites de posibilidades se expanden, aunque no logres la Utopía, tus posibilidades se expanden. 

Cuando era muy chavito había una Utopía hippie de Peace & Love que muy rápidamente se enfrentó a una realidad muy fuerte. Yo creo que peace & love como Utopía social o política, si así le quieres llamar, se jodió a finales de los sesentas porque no era viable y muchos de estos hippies se fueron a otra militancia, inclusive de formas violentas, como los Yippies (Youth International Party) de Abbie Hoffman. Entonces, como Utopía social nunca la vi muy pertinente. No estoy diciendo que su concepto de amor no sea muy poderoso, pero como arma político- social- cultural no iba a ningún lado. 

Tal vez la juventud rebelde se fue por tres lados: unos se quedaron colgados en el rollo hippie, otros se fueron a la militancia política democrática y otros a la militancia guerrillera.

Al margen de las utopías sociales, creo que es muy importante en la vida personal tener utopías: imaginarte futuros imposibles, para que seas tú quien escriba el guión de tu vida: que sean tus propios sueños y aspiraciones los que persigas y no aquellos que la sociedad te quiera imponer.  Si tú no te imaginas que tu futuro puede ser diferente, estás condenado al aburrimiento de la normalidad, al aburrimiento de la no sorpresa, es como las telenovelas, ya sabes como van a terminar. Parece que ya tienes el guión de la vida escrito: naces, creces, te reproduces y te mueres. Y háganle como quieran: naces, vas a la primaria, secundaria, prepa, te casas, tienes hijos, trabajas, tu mujer trabaja… ya se sabe.  Ahí es donde la construcción de tus utopías juega un papel: ampliar el horizonte de tus posibilidades, escribir tu propia historia.

Por ejemplo, no es fácil construir una utopía amorosa. Debe partir de una  nueva narrativa del amor, y eso parece muy complicado. La narrativa actual para el amor es la pareja y la pareja tiene una bola de códigos y una bola de leyes. Construir una narrativa diferente no es fácil, cuando te atrapa el amor, cuando te enamoras, parece haber un código ya escrito… ya sabes que sigue. Parece haber muy poco espacio para reinventar el amor. ¿Ya te enamoraste? Pasa al capítulo 4: tienes que hacer esto y esto y esto. ¿Sigues muy enamorado? Pasa al capítulo 7. ¿Ya te quieres casar con ella? Pasa al capítulo 8. ¿Y luego qué sigue? Sí, ya lo sabes: es la boda. Pasa al capítulo 9. Parece que la historia ya está escrita.

BC: ¡Qué fuerte!

JP: Y ante eso es muy complicado construir una utopía diferente, muy complicado porque tienes que seguir viviendo en el mundo real.

Yo creo que lo que tenemos que hacer es poner un pie en la realidad y el otro en la utopía.. Por ejemplo tú tienes tu negocio, trabajas con clientes y tienes que operar porque alguien tiene que comprar lo que vendes. Ese es tu pie en la realidad, pero si quieres ser inmensamente feliz tienes que poner tu otro pie en tus proyectos locos, en tus fantasías, en tus placeres, Un pie te da de comer y el otro te llena de placer. En términos de  Herbert Marcuse, un pie en el principio de realidad y un pie en el principio del placer; desde el Imperio del choro diríamos: estar lo suficientemente loco para ser feliz y ser suficientemente cuerdo para operar socialmente. Ese es mi principio de equilibrio.

Es decir, tengo que operar en el modo “sujeto social” y tengo que saber operar en el modo “utópico- locura”.  


CONSTRUIRSE A SI MISMO

BC: Jaime, Yo tengo una teoría que quiero compartir contigo: uno guarda cosas que le gustan, por ejemplo discos y libros; por una parte está el momento  del disfrute que te brinda, pero en otro nivel para mí esos artículos también son una pregunta latente y esa pregunta es: ¿qué estás haciendo con lo que dices que escuchaste?, ¿qué estás haciendo con lo que dices que leíste?  Por un lado está el disfrute de escuchar a los Beatles o a Bob Dylan, pero también llevan una responsabilidad de no permanecer actuando igual después de escucharlos, sino de darte cuenta y evolucionar.

Está la fase del disfrute, pero además está una enseñanza. Cuando está el disco o el libro ahí en el librero, te está haciendo una pregunta: “oye, ¿qué hiciste con eso que aprendiste? En tu caso, Jaime, ¿qué hiciste con eso que aprendiste?

JP: Mmm… a lo mejor yo… a ver, yo parto de una cosa: primero es el disfrute, primero es el enorme placer, sin eso, según yo (por mi forma de ser) no hay nada. Por ejemplo: tienes que escuchar a David Bowie porque es muy importante para tu acervo cultural, pero yo digo no, punto: no me gustó, a mí no me gustó y no lo critico. ¿Qué le vamos a hacer?, no me gustó. Yo estoy enfrentado al fenómeno musical desde el placer, no desde el deber.

Tú comentas que sé mucho de rock y sí, pero tengo lagunas porque yo no me enfrento al asunto estudiándolo. Esto es muy importante: la música clásica me gusta mucho. ¿Por qué? Porque me causa un enorme placer oírla, pero no tengo una cultura de música clásica, soy mozartiano, si sé; soy bachiano y si sé, soy beethoveniano y si sé; y me dicen: pero te faltan muchos. Y sí me faltan muchos, ¿y? Yo no estoy estudiando música, estoy disfrutando música y en el disfrute no hay “deber ser”, hay sólo un enorme placer. Claro que hay quienes encuentran un enorme placer “sabiendo de música”…yo prefiero simplemente escuchar y disfrutar.

¿Y qué hice con todo ese placer musical?... Me construí.


BC: Wow, que buena respuesta.

JP: Yo me construí con eso, o sea, yo soy eso, yo soy eso. ¿Escuchar a Donovan? Yo lo oía por el enorme placer de escucharlo. ¿A Dylan? Enorme placer. Pero evidentemente te vas construyendo, te vas haciendo tú.

Deja pasar a otra cosa. Así como tú me preguntas aquí, puede aparecerse desde mi librero el fantasma de Carlos Marx a preguntarme ¿qué hiciste con el tomo I de El Capital? Yo le diría a Carlitos: “me construí”. Oye, ¿y por qué nunca militaste? Porque no se me pegó la gana. La música y los libros que yo leía por placer,  eran mi parte placentera: mi principio del placer, mi modo utópico-loco, mi parte obligatoria, mi principio de realidad era el colegio y la universidad, con esa cultura alemanesca de “primero la tarea, luego el placer”. Lo que nunca me explicaron era que la tarea podría ser placentera. La parte lúdica parecía estar vetada en el deber. ¿Por qué yo nunca, en mi estúpida vida, tomé clases de dibujo y de pintura si me gustan tanto? Pues porque el sólo nombre: “clases de” me ponía en el ámbito del deber. Bueno, ahora ya no tengo tiempo de hacer nada, pero antes todo el tiempo me la pasaba pintando, dibujando, tocando guitarra, pero nada de clases ni cosas de esas…me daba tirria.

¿Oír música? Es una actividad que hago solo, soy un gran solitario. Me preguntan “¿por qué no fuiste al concierto de Bob Dylan?” y respondo “porque ya lo ví el día que vino con el mismo tour y me da bastante hueva”; ya hasta me cae gordo, si no está de vena, se pone a cantar como si estuviera solo, no conecta con la audiencia, y de vez en vez echa una miradita como diciendo: y ustedes que chingados hacen aquí. Es un poeta, es una maravilla, es un poeta cantando, lo he visto cuatro veces cantando, una vez estaba maravilloso y entonces sí fue un gran concierto, pero …mejor escucho sus disquitos.? Otro de mis grandes: Van Morrison. A mi no me tocó, pero me contaron que en algún concierto llegó y dijo “vamos a acabar con esto pronto”. No les quita, ni les resta nada. El día que se me antoje pongo Astral Weeks de Van the man y eso si es deleite puro. Está bien, Bobby, eres un chingón pero como sea ya me caíste gordo, pero no puedo dejar de escuchar Blonde on Blonde.

LOS PLANES A FUTURO

BC: Jaime, estamos a punto de terminar la entrevista…

JP: Beto, cuando oigas esto, te vas a dar cuenta lo incoherente que soy (risas). Así surgió “¿Dónde quedó la bolita?”: mi amiga Martha me grabó y entre que voy saltando de un tema a otro, hablo con las manos y apuntes en el pizarrón, salió algo incoherente que tuve que trabajar para ordenarlo.

(Risas)

BC: ¿Hay planes para actualizar o volver a publicar El Blues de la Nostalgia Subterránea?

JP: Te voy a decir una cosa, para mí es como si ya lo hubiera parido, ya lo hice, y ya. Quizás planes para releerlo, ya no recuerdo ni qué dice. Recuerdo que me quedé muy insatisfecho con la edición: lo editaron con las patas, pero satisfecho con el contenido. Lo escribí en 1988, entonces ya pasaron muchas cosas y discos en la vida de Dylan. Creo que para volver a publicarlo tendría que reescribirlo, no sé, además, ya hay mucha información sobre Bob Dylan, yo no sé si yo aporte algo al respecto, no lo sé. 

Soy un poco crítico con el proceso de escribir libros sólo por escribir, ¿de verdad tienes algo que decir?, ¿en serio? Porque hoy en día ya estamos enlibrados, estamos llenos de libros, llenos de libros. Por ejemplo “¿Dónde quedó la bolita?”: tiene mucho que no lo leo, pero cuando lo leí llegué a la conclusión de que era una gran síntesis de mi no-forma de pensar. Eran ideas que venían de muchos lugares,  tal vez ahí sí aporté algo, no sé.



BC: ¿Sabías que está agotado, ya no consigues, ni en la biblioteca de la Ibero, ningún ejemplar de “¿Dónde quedó la bolita?”? Desapareció.

JP: ¿En serio?. Pero, ¿tú tienes un ejemplar?

BC: Sí, en efecto, además lo estamos distribuyendo en el blog.

JP: Es como el artículo sobre Leonard Cohen que tú publicaste en tu blog: lo escribí para una revista que nunca salió a la luz, entonces se quedó para “la crítica roedora de los ratones”  como dice Marx. Finalmente tú lo rescataste…el caso es que disfruté con enorme placer escuchar el disquito de Leonard Cohen, pero escribir el texto lo sufrí.

LA BANDA UTÓPICA, 30 AÑOS DESPUÉS.

BC: No sin antes agradecerte tu generosidad en tiempo y por los conceptos manejados y, ¿por qué no?, dándote las gracias (después de 30 años) por tus programas. Nosotros en esa época éramos jóvenes (mucho más jóvenes que ahora, diría John Lennon), en estos 30 años nos casamos, tuvimos hijos, nos divorciamos, salimos del clóset, engordamos, perdimos cabellos, no lo sé, tantas posibilidades. ¿Qué le dices a la Banda Utópica, hoy, 30 años después?

         JP: 
¿Por qué nadie me oyó? 
¡Chingao!, 
¿por qué nadie entendió?, 
¿por qué no me hicieron caso? 
Si me hubieran hecho caso no hubieran hecho tantas pendejadas. 
¿Por qué nadie me oyó?
(Risas)
         No, por supuesto que no.

         Mira, yo insisto en esto: yo insisto que no se debe perder la utopía que tú te construiste, pero también entiendo que es necesario operar socialmente, otra vez, el balance. 

         En realidad no sé de los chicos de la Banda Utópica, sé que hay uno que se volvió un pintor muy interesante: Daniel Lezama, ahí tengo sus cartas: un tipo megalúcido. Siempre pensé que sería escritor, tal vez poeta…sus cartas eran una maravilla. Pero de todos modos, Utopía 101 fue un ejercicio muy padre  de agitación a nivel de reflexión interna, una parte de lo que yo soy hoy se construyó ahí: pensando, reflexionando, investigando, escribiendo los guiones, en la cabina, en las reuniones con la Banda Utópica. 

Hubo un tiempo cuando era chavito, que hablaba con canciones. Un amigo me dijo “¿te das cuenta siempre tu respuesta implica una cita de una canción, no?” Por ejemplo si alguien me decía: “no entiendo porqué ayer estaba tan feliz y hoy estoy de la patada, yo le cantaba: “happiness runs in a circular motion…” (una canción de Donovan)…muy loquito, pues me parece que eso hacía en Utopía 101, con el choro y la música. El imperio del choro musicalizado. 

BC: Imaginemos, Jaime: si vieras ahora a los integrantes de la Banda Utópica, no sé, de traje y corbata, en el mundo ejecutivo, con familia, adultos en una palabra…

JP: El asunto es que no los veo, del único que tengo constancia es de Daniel Lezama a todos les perdí la pista, pero vez vi los cuadros y vi su nombre, entonces lo identifiqué, este es Daniel Lezama. Un tipo, no sabes, brillante, pero de los demás, no sé donde están.


BC: Bueno, pues la vida se encargó de que cada uno forjase su propio camino, y ojalá sigan persiguiendo su Utopía personal¿no?

JP: Pues espero que tengan un buen recuerdo de juventud de los miércoles por la noche.

BC: Yo creo que sí, es más te aseguro que hablo en nombre de muchos de ellos.

¿UN POSIBLE REGRESO?

BC: Jaime, esta es la última pregunta y si no te la hago me cuelgan: ¿algún día regresarán Radio Alicia, Utopía?

JP: A mí me encantaría Radio Alicia, porque es un ejercicio diferente al ejercicio mucho más complicado y profundo de Utopía. En Radio Alicia yo estaba hablando con mi propia generación… no sé, no sé, para que te choreo, en serio a veces creo que ya dije lo que tenía que decir.

BC: ¿Tu regreso a la radio es posible, aunque sea con un podcast? Ponte a ver que está Julia Palacios en Ibero, Verónica Vázquez conoce a la gente de Radio UAM, Gaby Warketin en W...

JP: No’mbre, ¿cómo crees? Gaby y yo somos muy cuates, muy buenos cuates y le dije: “oye Gaby, ¿no necesitas un buen locutor?” y me responde: “no, bombón -así me dice ella- porque tenemos problemas de logotipos”. Yo le pregunto “¿por?” y me responde, “que no ves que esto es Televisa…” ahhh.



BC: Finalmente, Jaime, ¿Qué canción le dedicarías hoy a la Banda Utópica? ¿Qué canción debería acompañar a esta entrevista?

JP: Mmm… pues, del disco Led Zeppelin, canción “Dazed and Confused” por aquello de mareado y confundido, como esta entrevista:
(Risas)




Y así, cantando esta rola, nos despedimos del buen Jaime Pontones. Agradeciéndole su tiempo para esta entrevista y también por los conceptos que manejó y que cada uno de nosotros los interpretaron a su manera, en cierta forma, yo le reconozco su influencia en mi forma de lo que pretendo llegar a Ser.

Por último comentarles que Jaime es asiduo lector del blog por si gustan dejar comentarios y/o aportaciones para publicar.

Cuando le envié un msm a su celular me despedí con este mensaje y lo quiero rescatar para cerrar esta entrevista:


" Buenas noches, 
dulces sueños, 
y un beso colectivo 
o, ¿cómo era? ".


Con afecto


Por @BetoCronopio
Fotos @Zaeks2
Material @Carlos_Vaz
Revisión Editorial @oscarg_campos



[1] Versión en español de “Glad All Over” del grupo Dave Clark Five.
[2] Poeta Cubano.
[3] Estación de radio ubicada en el 690 de AM del DF entre 1990 y 1991, dedicada a la música y espíritu de los años 60.
[4] Cadena radial, con sede en Insurgentes Sur 1870, por la cual se transmitía Rock 101.
[5] TV Azteca comenzó a transmitir, ya privatizado, en 1994.
[6] La estación bandera de la cadena, en los 1000 KHz de AM.

jueves, 6 de junio de 2013

"Viviendo en el Imperio del Choro", entrevista a Jaime Pontones 1a parte.

A la Banda Utópica, quienes - aún en la diáspora-
continúan persiguiendo lo imposible.

¿De dónde viene la voz detrás de la radio? ¿Cómo surgió un programa que influyó y abrió la mente de miles de jóvenes mexicanos en los años ochenta? Son las preguntas que nos llevaron a contactar a Jaime Pontones (en pleno festejo de su cumpleaños) para que nos concediera una entrevista.

Queríamos conocer la historia de su vida antes y después de Rock 101.

Una vez definida la fecha nos presentamos en sus oficinas. Teníamos una hora, pero se fue volando y resultó insuficiente. Y Jaime, generoso, nos recibió otro día y pudimos completar esto que están a punto de leer.

EL ORIGEN DE UTOPÍA

Beto Cronopio- El Blog de la Banda Utópica tiene como fin promover el Rock Clásico, que mucho conocimos gracias a ti. Jaime ¿Cuándo empezaste a hacer el programa Utopía?

Jaime Pontones.- Fue en el 85, en septiembre una semana antes del terremoto[1]. Pocos días después del segundo programa de Utopía, la tierra sacudió a la Ciudad de México. Unos meses antes había hecho una serie de programas de Bob Dylan: esa fue mi iniciación en la radio.

BC.- El Sonorock de Bob Dylan.

JP.- El Sonorock, efectivamente[2].  Cuando terminaron los programas de Bob Dylan que fueron como treinta y tantos, hice otro Sonorock, esta vez era sobre Janis Joplin y después uno de Jimi Hendrix, aunque no recuerdo bien si este último fue de esa época. 

Pero, ¿de dónde sale la idea de Utopía? Yo trabajaba en la Universidad Iberoamericana. Unos meses antes del programa, había publicado unas notas, el pequeño cuaderno se llama  ¿Dónde quedó la bolita?. Yo traía en la cabeza todo un rollo sobre la utopía como motor de la transformación, la utopía como punto de partida de la investigación. 



Una amiga que conocía mi rollo, me invitó a dar una clase sobre el papel de la utopía en la investigación. Di la clase, ella me grabó y transcribió lo que dije: no se entendía nada y decidí que era mejor sentarme a escribir las ideas el resultado fue ¿Dónde quedó la bolita? En cada sección del texto puse epígrafes de rock. Siempre pensé que este escrito debería ser repartido con un cassette que incluyera las canciones de donde había escogido los epígrafes.

Cuando estaba terminando el Sonorock  de Janis Joplin pensé en una locura: “mejor hago una serie de programas que giren en torno a ¿Dónde quedó la bolita?” y así nació el programa Utopía 102.

En resumen lo que originalmente iba a hacer era una serie de programas donde el guión sería algo parecido a ¿Dónde quedó la bolita?: unos 10 ó 15 programas, al final se convirtió en el Imperio del Choro.

En el primer programa hice la presentación,  en el segundo ya entré al tema de la imaginación (después hasta pensé que parecía que estaba dando clases).Ese segundo programa fue unos días antes del 11 de septiembre de 1985, el terremoto cambió todo.

Ya no podía hablar de la imaginación, de los sueños o de la utopía cuando se nos cayó la ciudad en la cabeza. Entonces cambió mi forma de entender el programa; decidí que quería hacer un programa de la utopía y la vida cotidiana sin que fuera un asunto casi académico, la idea era invitar a la banda utópica  a reflexionar sobre la idea de la imaginación convertida en utopía: buscarle pedacitos de posibilidad al imposible. ¿Cómo pongo a operar la idea de la utopía en la vida cotidiana? 


EL ALMA DE UTOPÍA

JP- De lo que se trató siempre Utopía fue de resignificar, de encontrar un significado alterno a la vida cotidiana desde un punto de vista esperanzador, utópico. Por ponerte un ejemplo: “soledad” no quiere decir estar sin nadie, “soledad” quiere decir estar solo contigo mismo. Había que pasar de un concepto negativo, para resignificarlo, para que sea otra cosa: tener un encuentro contigo mismo. Toda la estructura de Utopía fue creciendo a partir de esa idea.

¿Y ANTES DE UTOPÍA?

JP- Estudié Ingeniería Electrónica en la Ibero y a la par me puse a estudiar marxismo como loco. Había un rollo muy sesentero de hacer algo socialmente, de cambiar las cosas, de buscar construir un mundo mejor, así fue como me interesó el rollo marxista. Parece algo muy esquizoide: por una parte en la escuela, estaba el rollo tecnológico; y por la otra el asunto social; eran como ejes que nunca se cruzaban, vivía con dos realidades muy distintas, con gente muy diferente: mis amigos ingenieros y mis amigos marxistas. Dos discursos, dos formas de ver la vida.

Además dibujaba, tocaba guitarra y cosas así. A partir del marxismo me interesé en cuestiones filosóficas, ahí fue donde me topé con el concepto de de utopía.

Me pareció una idea muy interesante: un futuro imaginado y deseado que es imposible hoy, pero que no es necesariamente imposible mañana. Sartre lo propone que la utopía posibilita ampliar los límites de las posibilidades. La utopía es imaginación estructurada. Entonces yo empecé a elaborar en torno a esas ideas y su relación con la investigación, con la transformación hasta llegar a escribir ¿Dónde quedó la bolita? Esta es la génesis de Utopía 101”.

JAIME PONTONES Y EL ROCK

BC: Jaime ¿Cómo sabes tanto de Rock?

JP: No, para nada, yo no sé mucho de rock. No considero que sepa mucho, no me considero erudito: yo sé de rock de los 60, algo de los 70, de los 80 se bastante poco y de lo posterior no tengo la más remota idea. No seguí.

Para mí era una actividad lúdica, no era una actividad académica ni de investigación, sin duda era una actividad lúdica: no es cuestión de saber mucho o poco, es cuestión de disfrutar. ¡Por Dios, de lo académico ya estaba hasta la madre!, ¿entiendes? Estudiaba como idiota: para ingeniería electrónica eran horas de estudio y luego cámbiate al marxismo para seguir estudiando. Recuerdo que en la carrera había una materia sobre electromagnetismo las Leyes de Faraday y esas cosas: es lo más abstracto que hay. Y de ahí al Seminario de El Capital en la UNAM. Antes no me volví loco ¿o sí?


BC: ¿Cómo llegas al Rock?

JP: A todos los escuincles nacidos en los 50 nos caen encima los Teen Tops, Los Locos del Ritmo, los Rebeldes del Rock con La Hiedra Venenosa y anexas… al parejo de Rocío Dúrcal y Marisol; luego los solistas César Costa y Enrique Guzmán.

Entonces me gustaba mucho esa musiquita, estaba padre. Había en la tele un programa que se llamaba Orfeón A Go Go y yo lo veía. En algún momento de mi infancia yo estaba enamorado de la Dúrcal.

Cuando íbamos en el coche de mi papá a la escuela o salíamos de excursión prendíamos el radio. Tocabas un botón y estaba la memoria seleccionada en Radio Variedades, en otra estaba Radio Mil, en otra una estación de jazz que le gustaba a mi papá y en otra una estación que le gustaba a mamá. El acuerdo era que cada quién le podía apachurrar una vez: cuando terminaba la canción le apachurraba el otro.

Siempre nos quejábamos porque mi mamá acostumbraba escuchar música clásica que duraba muchísimo, por ejemplo un adagio de Las Cuatro Estaciones… bueno, eso no estaba tan grave como cuando llegaba el allegro de la Novena de Beethoven. Luego mi papá oía el jazz que era interminable. En cambio nuestras cancioncitas duraban máximo tres minutitos.

Al oir a Enrique Guzmán mi papá decía: “pero que mal canta”, y nosotros no entendíamos: “¿pero por qué?, si canta padrísimo”: estábamos escuchando el Rock de la Cárcel con los Teen Tops. Otro día dándole vueltas al dial me topo con Jailhouse Rock y dije: “este es el Rock de la Cárcel en inglés, que bien se oye, que padre canta ese tipo ¿quién es?”. Y resultó ser Elvis Presley, lo había oído nombrar pero no lo había escuchado. Ahí se me abrió el mundo, después de ese día ya no quise escuchar a los Teen Tops.


LLEGAN LOS BEATLES

Entonces mi hermano y yo pusimos en la memoria del radio en esa estación, que no recuerdo cuál era, tal vez Radio Éxitos. Un día llegamos a Radio Capital, me acuerdo perfecto, era la temporada de You Really Got Me de los Kinks y fue un gran impacto. Un poco antes de eso, un día llegó mi mamá con una revista dirigida a mujeres, creo que era Vanidades. En  la portada tenía a los Beatles y leí que eran un grupo de cantantes de rock ingleses y yo los veía, que raros: con el pelo larguito y unas botas como de charol. Pero eran la sensación. Yo primero los ví y luego los escuché. Un día compramos un disquito de esos de 45 rpm, creo que traía I saw her standing there o She loves you, alguna de esas, y qué maravilla: el mundo cambió para mi. 

Entonces empecé a clavarme como idiota: empecé a comprar revistas en el súper. Había una mexicana, Mexico Canta, y una gringa que se llamaba Hit Parader y así como iba leyendo la revista iba escuchando la música en el radio. Los Beatles iban pasando poco a poco de She loves you yeah, yeah, yeah a Help y luego a  Norwegian Wood del Rubber Soul -para mí, un disco que rompió muchas cosas-. Todo se iba volviendo más complejo y más fascinante.

Empecé así y me clavé cada vez más. Estaba loco: todo el día oía y leía, pero no fue nada planeado, a diferencia de otras personas de mi generación yo no soy un gran coleccionista, yo no colecciono cosas, si no tengo un disco de Bob Dylan no se me va la vida.

THE TIMES THEY ARE A’CHANGIN’

BC: ¿Cómo llegas a Dylan?

JP: Confieso que por Peter, Paul y Mary. En Radio Capital escuché Blowing in the wind cantada por ellos y me gusto muchísimo, me compré el disquito y leo que el compositor es un tal  Bob Dylan, y también por esa época compro otro disco: Mr. Tambourine Man con los Byrds y veo que también esa maravillosa canción la compuso Bob Dylan. Empiezo a ver en las revistas que también hablan de Bob Dylan… ¡ el segundo LP de The Byrds se llamaba Turn, turn, turn sonaba poca madre y varias canciones eran de Dylan! Y entonces salí a tratar de comprar discos de Dylan; tratar, porque no creas que era fácil: se trataba de rogarle a mi papá, rogarle, que por favor me comprara discos, porque la bronca es que eran muy caros.

Como ves, llegué tarde a Bob Dylan, trato de buscar y ver que puedo comprar de él en México, porque no es como hoy que tecleas Bob Dylan en Google y te sale todo. No llegaban a México los discos de Bob Dylan. Un día en el radio ponen una maravilla... Like a Rolling Stone.


BC: Una catedral de canción.

JP: Era 1965. Recuerdo perfectamente el momento en la escuché: empezó  el organito de Al Kooper y la frase

“Once upon a time you dressed so fine / Threw the bums a dime in your prime, didn't you?”

Y me dije “esto es una maravilla, no entiendo nada pero es una maravilla, que padre se oye”, y mi mamá furibunda: “esta canción está durando mucho y está horrible ¿quién es ese gangoso”. El estribillo me llamaba mucho, ¿qué se siente no tener una casa…? entonces corrí a comprarme el disco sencillo de Like a Rolling Stone y me pasé días y días escuchándola, intentando entender que coños decía, del otro lado traía una canción también extrañísima que se llama Gates of Eden. Creo que entonces aprendí más inglés que en todas las clases de la escuela. Cantaba rarísimo pero era una maravilla, entonces empecé a investigar más: desde Mr. Tambourine Man me preguntaba qué estaba diciendo, porque en Blowing in the Wind -que es de la primera época de Bob Dylan, su parte folk- la letra es muy clara y muy padre, un poco obvia si quieres, a base de preguntas: ”¿cuántos cañones se van a necesitar...?” y en Times they are a Changin’ :

Come mothers and fathers /throughout the land, /and don't criticize /what you can't understand. /Your sons and your daughters /are beyond your command /Your old road is /rapidly agin'.

M’ta, la neta, no me jodas, que letra:

Madres y padres de todo el país: no critiquen lo que no entienden.

Que padres cosas dice. Entendí que Bob Dylan tenía letras padres, mi interés por aprender inglés está ligado a esto, de entender lo que estaban diciendo. “She loves you yeah, yeah, yeah”, “I saw her standing there” se entendía perfecto, pero esto de Dylan era muy raro, pero padre. Entonces me empecé a clavar y a clavar, insisto: era un escuincle, no tenía ninguna pretensión, para mí el rock era un placer, para mí el rock no tenía nada que ver con la escuela, las buenas costumbres, la cultura: era lúdico, lúdico, lúdico. Pero las letras de las canciones empezaron a ser muy importantes. 


EL ROCK IMPREGNA TODO

JP: Me sorprendía que en la sección cultural del periódico Excélsior empezaron a aparecer unos artículos sobre Bob Dylan, los Beatles y otros. Se llamaba  “Diorama de la Cultura”, era un muy buen suplemento de cultura. Me intrigaba que hablaran de esto, porque cuando yo leía esos artículos de Jorge Caraveta ó José Agustín…

BC: ¿Llegó a escribir ahí el Par?

JP: No fíjate que no. A Parménides lo leí después, acuérdate que yo era muy chamaquito. Curiosamente, yo me empiezo a interesar por el “Diorama de la Cultura” y empiezo a leer de otros temas, porque aunque salían ahí artículos de rock, eran pocos, entonces leía sobre otras cosas.

Un ejemplo: yo me acerco a leer a Herman Hesse (en la secundaria, era un escuincle moco) me aventé el Lobo Estepario. ¿Y por qué lo leí?, porque había un grupo que se llamaba Steppenwolf, los que cantan “Born to be Wild”. Además yo venía del Colegio Alemán, entonces entendía que la palabra alemana Steppenwolf significa lobo estepario, y que además era el título de un libro de Herman Hesse: entonces me puse a leer el libro.

Un amigo mío tenía un hermano mayor que me vio leyendo ese libro y me dijo: “a ver wey, me tiras ese libro que no vas a entender nada y te pones a leer “Siddhartha” y al leerlo exclamé “Abraxas, abraxas”. Pero fíjate cómo se van entrelazando las cosas: yo me acerqué a la cultura por el rock: yo leo Alicia en el país de las maravillas por la canción White Rabbit Jefferson Airplane;  también había un grupo que se llamaba “H P Lovecraft” y ahí te voy a leer las cochinadas de Lovecraft –bueno, así decían los papás-. 

Así iba el asunto: no con un afán académico, no con un afán de deja-revisar-la-letra, sino simplemente porque me gustaba mucho, me gusta muchísimo y quería entender más. Para mí aprender más era leer libros, leer libros, leer libros y entonces llegaron  José Agustín, Carlos Fuentes, García Márquez y Octavio Paz.

BC: ¿Leíste a Castaneda?

JP: En el “Diorama de la Cultura” venía un artículo de Carlos Castaneda sobre el libro “Las Enseñanzas de Don Juan



BC: Con prólogo de Octavio Paz.

JP: Imagínate. Salí corriendo por el libro, muy profundo, ¿eh? Ahí si dije “está padrísimo pero ut’s”. Fue muy chistoso porque en aquella época (a principios de los setenta) hubo un extraño descarrilamiento porque Luis Echeverría[3] cooptó a los intelectuales: los subió al avión a todos y vámonos. Entonces ya me cayeron muy gordos, ejercían la cultura del elogio.

Vamos a entendernos: me gustaba “Aura”, “Cantar de Ciegos” y “Piedra del Sol” pero ellos estaban en un pedestal de “nosotros somos la cultura” y a mí me caían muy gordos y luego con el ‘68[4] patinaron; bueno todo eso según yo: recuerda que yo era un joven escandaloso, irredento, que odiaba a los fresas. Aunque era marxista nunca tuve una militancia formal, sólo tuve contacto con una revista y nada más.  Además, mis cuates marxistas pensaban que el rock era un producto del Imperio[5].

BC: Ellos más bien escuchaban trova…

JP: Yo también escuché trova, pero nunca dejé de oír rock a escondidas de mis cuates marxistas… a quienes nunca les dabas gusto en nada.







[1] El sismo del 19  de septiembre de1985, con magnitud de 7.9 °, donde murieron al menos 3 mil personas en el DF y arrasó partes del Centro, Tlatelolco y las colonias Roma y Condesa.
 [2]Programa que se transmitía de lunes a viernes a las 8 de la mañana y recorría la trayectoria completa de un artista, álbum por álbum.
[3] Presidente de México entre 1970 y 1976.
[4] Movimiento estudiantil en México, impulsado por acciones similares en Europa y Estados Unidos, que terminó con la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, DF.
[5] Forma de referirse a la influencia cultural, social y económica de Estados Unidos en la Guerra Fría.

Por @BetoCronopio
Fotos @Zaeks2
Material @Carlos_Vaz
Revisión Editorial @oscarg_campos