A la Banda Utópica,
quienes - aún en la diáspora-
continúan persiguiendo
lo imposible.
¿De dónde viene la voz detrás de la radio?
¿Cómo surgió un programa que influyó y abrió la mente de miles de jóvenes
mexicanos en los años ochenta? Son las preguntas que nos llevaron a contactar a
Jaime Pontones (en pleno festejo de su cumpleaños) para que nos concediera una
entrevista.
Queríamos conocer la historia de su vida antes
y después de Rock 101.
Una vez definida la fecha nos presentamos en
sus oficinas. Teníamos una hora, pero se fue volando y resultó insuficiente. Y
Jaime, generoso, nos recibió otro día y pudimos completar esto que están a
punto de leer.
EL ORIGEN DE UTOPÍA
Beto Cronopio- El Blog de la Banda Utópica
tiene como fin promover el Rock Clásico, que mucho conocimos gracias a ti.
Jaime ¿Cuándo empezaste a hacer el programa Utopía?
Jaime
Pontones.- Fue en el 85, en septiembre una semana antes del terremoto[1].
Pocos días después del segundo programa de Utopía, la tierra sacudió a la Ciudad de México. Unos meses antes había
hecho una serie de programas de Bob Dylan: esa fue mi iniciación en la radio.
BC.- El Sonorock
de Bob Dylan.
JP.- El Sonorock, efectivamente[2]. Cuando terminaron los programas de Bob Dylan
que fueron como treinta y tantos, hice otro Sonorock,
esta vez era sobre Janis Joplin y después uno de Jimi Hendrix, aunque no
recuerdo bien si este último fue de esa época.
Pero, ¿de dónde sale la idea de Utopía? Yo trabajaba en la
Universidad Iberoamericana. Unos meses antes del programa, había publicado unas
notas, el pequeño cuaderno se llama ¿Dónde quedó la bolita?. Yo traía en la
cabeza todo un rollo sobre la utopía como motor de la transformación, la utopía
como punto de partida de la investigación.
Una amiga que conocía mi rollo, me invitó a dar una clase
sobre el papel de la utopía en la investigación. Di la clase, ella me grabó y transcribió
lo que dije: no se entendía nada y decidí que era mejor sentarme a escribir las
ideas el resultado fue ¿Dónde quedó la
bolita? En cada sección del texto puse epígrafes de rock. Siempre pensé que
este escrito debería ser repartido con un cassette que incluyera las canciones de
donde había escogido los epígrafes.
Cuando estaba terminando el Sonorock de Janis Joplin
pensé en una locura: “mejor hago una
serie de programas que giren en torno a ¿Dónde
quedó la bolita?” y así nació el programa Utopía 102.
En resumen lo que originalmente iba a hacer era una serie de
programas donde el guión sería algo parecido a ¿Dónde quedó la bolita?: unos 10 ó 15 programas, al final se
convirtió en el Imperio del Choro.
En el primer programa hice la presentación, en el segundo ya entré al tema de la
imaginación (después hasta pensé que parecía que estaba dando clases).Ese
segundo programa fue unos días antes del 11 de septiembre de 1985, el terremoto
cambió todo.
Ya no podía hablar de la imaginación, de los sueños o de la
utopía cuando se nos cayó la ciudad en la cabeza. Entonces cambió mi forma de
entender el programa; decidí que quería hacer un programa de la utopía y la
vida cotidiana sin que fuera un asunto casi académico, la idea era invitar a la
banda utópica a reflexionar sobre la
idea de la imaginación convertida en utopía: buscarle pedacitos de posibilidad
al imposible. ¿Cómo pongo a operar la idea de la utopía en la vida cotidiana?
EL ALMA DE UTOPÍA
JP- De
lo que se trató siempre Utopía fue de resignificar, de encontrar un significado
alterno a la vida cotidiana desde un punto de vista esperanzador, utópico. Por
ponerte un ejemplo: “soledad” no quiere decir estar sin nadie, “soledad” quiere
decir estar solo contigo mismo. Había que pasar de un concepto negativo, para resignificarlo,
para que sea otra cosa: tener un encuentro contigo mismo. Toda la estructura de
Utopía fue creciendo a partir de esa idea.
¿Y ANTES DE UTOPÍA?
JP-
Estudié Ingeniería Electrónica en la Ibero y a la par me puse a estudiar
marxismo como loco. Había un rollo muy sesentero de hacer algo socialmente, de
cambiar las cosas, de buscar construir un mundo mejor, así fue como me interesó
el rollo marxista. Parece algo muy esquizoide: por una parte en la escuela, estaba
el rollo tecnológico; y por la otra el asunto social; eran como ejes que nunca
se cruzaban, vivía con dos realidades muy distintas, con gente muy diferente:
mis amigos ingenieros y mis amigos marxistas. Dos discursos, dos formas de ver
la vida.
Además dibujaba, tocaba guitarra y cosas así. A partir del
marxismo me interesé en cuestiones filosóficas, ahí fue donde me topé con el
concepto de de utopía.
Me pareció una idea muy interesante: un futuro imaginado y
deseado que es imposible hoy, pero que no es necesariamente imposible mañana.
Sartre lo propone que la utopía posibilita ampliar los límites de las
posibilidades. La utopía es imaginación estructurada. Entonces yo empecé a
elaborar en torno a esas ideas y su relación con la investigación, con la
transformación hasta llegar a escribir ¿Dónde
quedó la bolita? Esta es la génesis de Utopía
101”.
JAIME PONTONES Y EL
ROCK
BC: Jaime ¿Cómo sabes tanto de Rock?
JP: No,
para nada, yo no sé mucho de rock. No considero que sepa mucho, no me considero
erudito: yo sé de rock de los 60, algo de los 70, de los 80 se bastante poco y
de lo posterior no tengo la más remota idea. No seguí.
Para mí era una actividad lúdica, no era una actividad
académica ni de investigación, sin duda era una actividad lúdica: no es
cuestión de saber mucho o poco, es cuestión de disfrutar. ¡Por Dios, de lo
académico ya estaba hasta la madre!, ¿entiendes? Estudiaba como idiota: para ingeniería
electrónica eran horas de estudio y luego cámbiate al marxismo para seguir
estudiando. Recuerdo que en la carrera había una materia sobre electromagnetismo
las Leyes de Faraday y esas cosas: es lo más abstracto que hay. Y de ahí al
Seminario de El Capital en la UNAM.
Antes no me volví loco ¿o sí?
BC: ¿Cómo llegas al Rock?
JP: A
todos los escuincles nacidos en los 50 nos caen encima los Teen Tops, Los Locos
del Ritmo, los Rebeldes del Rock con La
Hiedra Venenosa y anexas… al parejo de Rocío Dúrcal y Marisol; luego los
solistas César Costa y Enrique Guzmán.
Entonces me gustaba mucho esa musiquita, estaba padre. Había
en la tele un programa que se llamaba Orfeón
A Go Go y yo lo veía. En algún momento de mi infancia yo estaba enamorado
de la Dúrcal.
Cuando íbamos en el coche de mi papá a la escuela o salíamos
de excursión prendíamos el radio. Tocabas un botón y estaba la memoria
seleccionada en Radio Variedades, en otra estaba Radio Mil, en otra una
estación de jazz que le gustaba a mi papá y en otra una estación que le gustaba
a mamá. El acuerdo era que cada quién le podía apachurrar una vez: cuando
terminaba la canción le apachurraba el otro.
Siempre nos quejábamos porque mi mamá acostumbraba escuchar
música clásica que duraba muchísimo, por ejemplo un adagio de Las Cuatro Estaciones… bueno, eso no
estaba tan grave como cuando llegaba el allegro de la Novena de Beethoven. Luego mi papá oía el jazz que era
interminable. En cambio nuestras cancioncitas duraban máximo tres minutitos.
Al oir a Enrique Guzmán mi papá decía: “pero que mal canta”,
y nosotros no entendíamos: “¿pero por qué?, si canta padrísimo”: estábamos
escuchando el Rock de la Cárcel con
los Teen Tops. Otro día dándole vueltas al dial me topo con Jailhouse Rock y dije: “este es el Rock de la Cárcel en inglés, que bien se
oye, que padre canta ese tipo ¿quién es?”. Y resultó ser Elvis Presley, lo
había oído nombrar pero no lo había escuchado. Ahí se me abrió el mundo,
después de ese día ya no quise escuchar a los Teen Tops.
LLEGAN LOS BEATLES
Entonces mi hermano y yo pusimos en la memoria del radio en
esa estación, que no recuerdo cuál era, tal vez Radio Éxitos. Un día llegamos a
Radio Capital, me acuerdo perfecto, era la temporada de You Really Got Me de los Kinks y fue un gran impacto. Un poco antes
de eso, un día llegó mi mamá con una revista dirigida a mujeres, creo que era
Vanidades. En la portada tenía a los
Beatles y leí que eran un grupo de cantantes de rock ingleses y yo los veía,
que raros: con el
pelo larguito y unas botas como de charol. Pero eran la sensación. Yo primero
los ví y luego los escuché. Un día compramos un disquito de esos de 45 rpm,
creo que traía I saw her standing there o
She loves you, alguna de esas, y qué
maravilla: el mundo cambió para mi.
Entonces empecé a clavarme como idiota: empecé a comprar
revistas en el súper. Había una mexicana, Mexico
Canta, y una gringa que se llamaba Hit
Parader y así como iba leyendo la revista iba escuchando la música en el
radio. Los Beatles iban pasando poco a poco de She loves you yeah, yeah, yeah a Help y luego a Norwegian Wood del Rubber Soul -para mí, un disco que rompió muchas cosas-. Todo se
iba volviendo más complejo y más fascinante.
Empecé así y me clavé cada vez más. Estaba loco: todo el día
oía y leía, pero no fue nada planeado, a diferencia de otras personas de mi
generación yo no soy un gran coleccionista, yo no colecciono cosas, si no tengo
un disco de Bob Dylan no se me va la vida.
THE TIMES THEY
ARE A’CHANGIN’
BC:
¿Cómo llegas a Dylan?
JP:
Confieso que por Peter, Paul y Mary.
En Radio Capital escuché Blowing in the
wind cantada por ellos y me gusto muchísimo, me compré el disquito y leo
que el compositor es un tal Bob Dylan, y
también por esa época compro otro disco: Mr.
Tambourine Man con los Byrds y
veo que también esa maravillosa canción la compuso Bob Dylan. Empiezo a ver en
las revistas que también hablan de Bob Dylan… ¡ el segundo LP de The Byrds se llamaba Turn, turn, turn sonaba poca madre y
varias canciones eran de Dylan! Y entonces salí a tratar de comprar discos de
Dylan; tratar, porque no creas que
era fácil: se trataba de rogarle a mi papá, rogarle, que por favor me comprara
discos, porque la bronca es que eran muy caros.
Como ves, llegué tarde a Bob Dylan, trato de buscar y ver
que puedo comprar de él en México, porque no es como hoy que tecleas Bob Dylan
en Google y te sale todo. No llegaban a México los discos de Bob Dylan. Un día
en el radio ponen una maravilla... Like a
Rolling Stone.
BC: Una catedral de
canción.
JP: Era 1965.
Recuerdo perfectamente el momento en la escuché: empezó el organito de Al Kooper y la frase
“Once upon a time you dressed so fine
/ Threw the bums a dime in your prime, didn't you?”
Y me dije “esto es una maravilla, no entiendo nada pero es
una maravilla, que padre se oye”, y mi mamá furibunda: “esta canción está
durando mucho y está horrible ¿quién es ese gangoso”. El estribillo me llamaba
mucho, ¿qué se siente no tener una casa…?
entonces corrí a comprarme el disco sencillo de Like a Rolling Stone y me pasé días y días escuchándola, intentando
entender que coños decía, del otro lado traía una canción también extrañísima que
se llama Gates of Eden. Creo que entonces aprendí más inglés que en
todas las clases de la escuela. Cantaba rarísimo pero era una maravilla,
entonces empecé a investigar más: desde Mr.
Tambourine Man me preguntaba qué estaba diciendo, porque en Blowing in the Wind -que es de la
primera época de Bob Dylan, su parte folk- la letra es muy clara y muy padre,
un poco obvia si quieres, a base de preguntas: ”¿cuántos cañones se van a
necesitar...?” y en Times they are a
Changin’ :
Come mothers
and fathers /throughout the land, /and don't criticize /what you can't
understand. /Your sons and your daughters /are beyond your command /Your old
road is /rapidly agin'.
M’ta, la
neta, no me jodas, que letra:
Madres y padres de todo el país: no critiquen lo que no
entienden.
Que padres cosas dice. Entendí que Bob Dylan tenía letras
padres, mi interés por aprender inglés está ligado a esto, de entender lo que
estaban diciendo. “She loves you yeah,
yeah, yeah”, “I saw her standing
there” se entendía perfecto, pero esto de Dylan era muy raro, pero padre.
Entonces me empecé a clavar y a clavar, insisto: era un escuincle, no tenía
ninguna pretensión, para mí el rock era un placer, para mí el rock no tenía
nada que ver con la escuela, las buenas costumbres, la cultura: era lúdico,
lúdico, lúdico. Pero las letras de las canciones empezaron a ser muy
importantes.
EL ROCK IMPREGNA TODO
JP: Me
sorprendía que en la sección cultural del periódico Excélsior empezaron a
aparecer unos artículos sobre Bob Dylan, los Beatles y otros. Se llamaba “Diorama
de la Cultura”, era un muy buen suplemento de cultura. Me intrigaba que
hablaran de esto, porque cuando yo leía esos artículos de Jorge Caraveta ó José
Agustín…
BC: ¿Llegó a escribir ahí el Par?
JP: No
fíjate que no. A Parménides lo leí después, acuérdate que yo era muy
chamaquito. Curiosamente, yo me empiezo a interesar por el “Diorama de la Cultura” y empiezo a leer
de otros temas, porque aunque salían ahí artículos de rock, eran pocos, entonces
leía sobre otras cosas.
Un ejemplo: yo me acerco a leer a Herman Hesse (en la
secundaria, era un escuincle moco) me aventé el Lobo Estepario. ¿Y por qué lo leí?, porque había un grupo que se
llamaba Steppenwolf, los que cantan “Born
to be Wild”. Además yo venía del Colegio Alemán, entonces entendía que la
palabra alemana Steppenwolf significa
lobo estepario, y que además era el título de un libro de Herman Hesse:
entonces me puse a leer el libro.
Un amigo mío tenía un hermano mayor que me vio leyendo ese
libro y me dijo: “a ver wey, me tiras ese libro que no vas a entender nada y te
pones a leer “Siddhartha” y al leerlo
exclamé “Abraxas, abraxas”. Pero fíjate cómo se van entrelazando las cosas: yo
me acerqué a la cultura por el rock: yo leo Alicia
en el país de las maravillas por la canción White Rabbit Jefferson
Airplane; también había un grupo que
se llamaba “H P Lovecraft” y ahí te
voy a leer las cochinadas de Lovecraft –bueno, así decían los papás-.
Así iba el asunto: no con un afán académico, no con un afán
de deja-revisar-la-letra, sino simplemente porque me gustaba mucho, me gusta
muchísimo y quería entender más. Para mí aprender más era leer libros, leer
libros, leer libros y entonces llegaron José
Agustín, Carlos Fuentes, García Márquez y Octavio Paz.
BC: ¿Leíste a Castaneda?
JP: En
el “Diorama de la Cultura” venía un
artículo de Carlos Castaneda sobre el libro “Las Enseñanzas de Don Juan”
BC: Con prólogo de Octavio Paz.
JP:
Imagínate. Salí corriendo por el libro, muy profundo, ¿eh? Ahí si dije “está
padrísimo pero ut’s”. Fue muy chistoso porque en aquella época (a principios de
los setenta) hubo un extraño descarrilamiento porque Luis Echeverría[3]
cooptó a los intelectuales: los subió al avión a todos y vámonos. Entonces ya
me cayeron muy gordos, ejercían la cultura del elogio.
Vamos a
entendernos: me gustaba “Aura”, “Cantar de Ciegos” y “Piedra del Sol” pero ellos estaban en un
pedestal de “nosotros somos la cultura” y a mí me caían muy gordos y luego con
el ‘68[4]
patinaron; bueno todo eso según yo: recuerda que yo era un joven escandaloso,
irredento, que odiaba a los fresas. Aunque era marxista nunca tuve una
militancia formal, sólo tuve contacto con una revista y nada más. Además, mis cuates marxistas pensaban que el
rock era un producto del Imperio[5].
BC: Ellos más bien escuchaban trova…
JP: Yo
también escuché trova, pero nunca dejé de oír rock a escondidas de mis cuates
marxistas… a quienes nunca les dabas gusto en nada.
[1] El sismo del 19 de septiembre de1985,
con magnitud de 7.9 °, donde murieron al menos 3 mil personas en el DF y arrasó
partes del Centro, Tlatelolco y las colonias Roma y Condesa.
[2]Programa que se transmitía de lunes a viernes a las 8 de la mañana y recorría
la trayectoria completa de un artista, álbum por álbum.
[3] Presidente de México entre 1970 y 1976.
[4] Movimiento estudiantil en México, impulsado por acciones similares en Europa y Estados Unidos, que terminó con la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, DF.
[5] Forma de referirse a la influencia cultural, social y económica de Estados Unidos en la Guerra Fría.
Por @BetoCronopio
Fotos @Zaeks2
Material @Carlos_Vaz
Revisión Editorial @oscarg_campos
Gracias por abrir la puerta de la imaginación y las vivencias de Jaime con música de fondo incluida. Maravillosa entrevista, no cabe duda de que a la luz del tiempo, hay esencias que lejos de diluirse o evaporarse se logran concentrar para enriquecerse.
ResponderEliminarEste viaje a la gestación de lo que representó una etapa crucial en las vidas de muchos es verdaderamente valioso... un abrazo
Qué tiempos aquellos, de Sonorock y Utopía; creo que Pontones aportó muchísimo a quienes tuvimos la suerte de escucharlo. Qué fantástica forma de aprovechar las posibilidades que entonces ofrecía la radio para tratar de abrir la mente de los escuchas. Saludos.
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