jueves, 13 de junio de 2013

Viviendo en el Imperio del Choro, entrevista a Jaime Pontones. 2a parte.



Continuamos con la entrevista a Jaime Pontones, a quien agradecemos su generosidad al recibirnos en dos ocasiones para tal efecto.

EL ROCK MEXICANO

BetoCronopio: ¿Fuiste al Festival de Rock y Ruedas en Avándaro?

Jaime Pontones: No me dejaron ir, no me dejó mi mamá, jajaja. A mi hermano mayor sí lo dejaron: a mí me dijeron que estaba muy chiquito. Mira, no fui a Avándaro pero fui todos los sábados re-li-gio-sa-men-te a las tardeadas de la Pista de Hielo de Insurgentes: vi a los Dugs Dugs y a la Máquina del Sonido. Además en la prepa fui al CUM y ahí llegaron a tocar Tinta Blanca y Náhuatl. Los covers de los Dugs Dugs me encantaban, eran muy buenos ejecutantes.



Ahora bien, mi hermano me lleva 2 años, entonces no había mucha diferencia de edad. Además se fue con los amigos de la cuadra un fin de semana largo y cuando todavía estaban allá empiezan a llegar las noticas de sexo y drogas, y mi mamá pensó que mi hermano “ya estaba drogadicto”. No sabes la tragedia en mi casa porque no había forma de comunicarse con él, no había celulares ni nada. Mi papá ya lo quería ir a buscar, a mi me decían “qué bueno que no te dejamos ir”  y fue muy chistoso porque la bitácora de lo que sucedió en mi casa… sucedió a nivel nacional.

El Estado mexicano se puso como loco y ahí se jodió todo: después de Avándaro ya no había conciertos, aunque no creas que había muchos antes. Cerraron la Pista de Hielo Insurgentes, todo mundo se autocensuró como régimen soviético. Porque ya no había nada que prohibir, ¿dónde oíamos rock? En las fiestas del Pedregal pagabas $10 y entrabas a ver quién iba a tocar.

Yo no sé como hubiera evolucionado el rock mexicano sin Avándaro. En 1971 había pocas propuestas originales, empezaban, si tú quieres, pero había pocas. El rock mexicano era un intento de hacer cosas psicodélicas de aquella época; yo tengo mis dudas pues nos agarró tal exuberancia y calidad del rock que llegaba del exterior que iba ser difícil sobresalir.

Evidentemente aquí se hacía rock and roll, pero es relativamente fácil hacer covers de los éxitos de rock en inglés. Era muy fácil hacer covers traduciendo, pero cuando la música se volvió compleja evidentemente los Rockin Devils ya no tenían nada que hacer y así habían varios grupos, por ejemplo Los Belmonts (que cantaban la de Amarrado[1])  pero traducir ciertas palabras ya estaba en chino. Para mí el idioma del Rock es el inglés, a lo mejor yo estoy loco y esto no es cierto, pero en fin: por el tipo de estructura del lenguaje que tiene el inglés. Los músicos del Conservatorio en México no eran rocanroleros, los poetas mexicanos no eran rocanroleros, nunca tuvimos un gran poeta que además hiciera música, que hiciera rock, nunca lo tuvimos.  Quítale la música a la poesía de Bob Dylan o de Leonard Cohen y te quedas con muy buena poesía, muy cabrona; quítale la música a “The End” de los Doors y te queda un gran collage. Entonces los buenos músicos que venían del oficio, porque tocaban muy bien, necesitaban músicos que compusieran y ahí entraban los poetas, porque la nueva poesía norteamericana venía montada encima del rock and roll.

UTOPÍA Y LOS UTÓPICOS


BC: Jaime, ¿alguna vez te diste cuenta de la trascendencia de Utopía?, ¿de los locos que te escuchábamos?, ¿de que afuera había gente sedienta de escucharte?, ¿esperabas que alguien te pidiera una entrevista 30 años después de tu último programa?

JP: (Piensa un rato) No lo sé. Al principio pensaba que era un grupo de loquitos, algo padre pero que eran menos personas. Para mí era muy importante lo de resignificar, tener cuidado con el lenguaje que utilizaba porque yo era más grande de edad y venía del rollo académico. Yo quería que el que hablara fuera el Jaime del 75 y no Jaime del 85: desde la honestidad absoluta temas como la soledad o el pánico a las chicas. Además iba metiendo de repente la parte política: sobre el movimiento estudiantil del 68 por ejemplo, hice un programa de Nicolás Guillén[2], y en las cápsulas de Rock101 hasta leí una de las tesis sobre Feuerbach de Marx.

A mí me interesaba compartir un rollo, no ver más allá, el objetivo era compartir el rollo. Te puedo decir que, por mi formación, tenía que ser un poco más responsable de lo que decía, como si fueran mis escuchas-colegas.  Utopía tiene un guión, nunca jamás entré a la cabina sin un guión, nunca. Radio Alicia[3] era algo más libre.

BC: ¿Qué disfrutabas más: Utopía o Radio Alicia?

JP: Eran cosas diferentes. Yo tenía una formación más de maestro, entonces veía mi tarea en Utopía más como una tarea didáctica: lúdica pero didáctica.

En Rock101 yo sentía, a lo mejor estúpidamente, la necesidad de formar a las personas. Pero eso significaba una vida, eso es lo que hace un profesor, hasta que te das cuenta que no alcanza, que está cabrón. Y Radio Alicia era más yo: en mi turno matutino el que hablaba Jaime Pontones.




EL IMPERIO DEL CHORO

         BC: ¿Qué es el imperio del choro?,¿por qué el imperio del Choro?

JP: El imperio del choro es, de alguna manera, el imperio de la palabra, pero es como la fuerza de la palabra. Yo creo, haciendo especulaciones epistemológicas, que piensas con palabras, escuchas con palabras, cuando hablas contigo mismo, cuando piensas, piensas con palabras y tal vez un poco con imágenes. Entonces, en Utopía lo que yo estaba resignificando eran justamente palabras, palabras que están montadas a un concepto. Como te decía, “soledad” puede ser una palabra que puedes entender diferente, entenderla más bien como un diálogo contigo mismo más que como la ausencia de otras personas, de otra presencia tuya contigo: como mirarte al espejo, ¿no? Esa es la idea de resignificar.

Entonces mi idea en Utopía era justamente resignificar la experiencia cotidiana, darle un significado diferente. ¿En dónde se daba esta resignificación? En el imperio del choro: en el imperio de la palabra.

Y DESPUÉS DE ROCK 101… TV AZTECA

 BC: Termina tu ciclo en Rock 101 y en Radio Alicia, y de repente te dejamos de escuchar, de leer. Ocasionalmente te veíamos: recuerdo alguna cápsula cuando murió George Harrison o cuando Bob Dylan recibió el Premio Príncipe de Asturias. Cosas no tan cotidianas, no como en un programa y la pregunta era qué le pasó a Jaime Pontones: ¿fue abducido por los extraterrestres?, ¿se fue a un retiro espiritual al Tíbet?, ¿se fue a vivir a Rishikesh tirando buena vibra desde allá?, ¿qué le paso a Jaime Pontones?, ¿a dónde se fue Jaime Pontones?    



JP: La cuestión es ésta: lo que me llamó la atención del radio era básicamente el imperio del choro, se requería una libertad que difícilmente podíamos encontrar en otro lugar, o así lo pensamos. Nos salimos de Rock101 porque empezamos a sentir que se nos estaba restringiendo esta libertad.

Empecé a hacer Radio Alicia con un proyecto que yo diseñé y llegó un momento en que me dijeron: “oye vamos a poner un programa, un noticiero en inglés en las mañanas”. Entonces dije: “no, o es todo el concepto o mejor no”. De alguna manera el grupo de Rock101 dentro de Radio Mil[4] estaba siendo un poco asediado, entonces cuando empezamos a sentir como que se aproximaban tiempos de censura en Rock101 decidimos mejor dejarlo. Cuando lo dejamos empezamos como a ver qué alternativas podíamos tener como grupo y no encontramos rápidamente acomodo en algún lugar en el que pudiéramos de alguna manera tener la libertad…



BC: ¿Creativa?, ¿te refieres a la libertad creativa?

JP: No, libertad en todos los sentidos: política, cultural, de lenguaje, libertad y ya. Tampoco se trataba de decir cosas así nada más, tienes que hacerte responsable de lo que dices. El famoso rating por ejemplo, fue muy importante entender el asunto del rating, finalmente los medios son un negocio: tiene que haber rating, tiene que haber ventas. A veces el rating puede ser una condicionante de la libertad…no vayas a ofender a un anunciante…la tiranía del rating.

No sabíamos en dónde íbamos a retomar el proyecto de Rock 101, no encontramos espacio en la radio y entonces me buscaron los de TV Azteca, se enteraron por los periódicos  de que habíamos renunciado. Y vine a entrevistarme con el que entonces era el que coordinaba todo TV Azteca: él me busco porque oía Radio Alicia. Entonces, entre que conseguíamos donde ir y que hacer, acepté venirme para acá a trabajar -según esto- mientras encontrábamos un espacio en la radio, me traje a Julia Palacios y a Luis Gerardo Salas y algunas otras personas. Fue muy chistoso porque me metí en la vorágine de aquí. Es otra cosa completamente diferente al radio. Bueno, creo que en algún momento volveré a hacer radio…sí me encantaría, aunque no sé si ya dije todo lo que quería decir.

BC: El mundo ejecutivo te absorbió…

         JP: Yo no me veo a mi mismo como un ejecutivo: creo que lo soy, pero no me veo. Yo tenía que hacer aquí la promoción de imagen, tenía que hacerme cargo de toda la imagen de Azteca , de los canales y de la promoción. No tenía la más remota idea, todo lo que yo sabía de tele, que era casi nada, lo aprendí haciendo unas cápsulas en Multivisión, se llamaban Introspección eran unas capsulitas de rock y eventos mundiales, hice como 100.

Yo escribía los guiones, buscaba imágenes, videos, fotos y documentos, hacía la voz y en Multivisión las producían. Entonces, cuando vine a Azteca pensé que me llamaban por eso, para hacer algo como Introspección en el 7 era un canal nuevo[5]: pensé que venía a hacer, algo parecido a lo que hacíamos en el radio, pero obviamente no fue el caso.

Déjame hacer un paréntesis. Yo empecé mi programa de Utopía de Bob Dylan en el ‘85. En el ‘89 me salí de la universidad y me integré a Radio Mil, pero curiosamente como programador y codirector de la estación Radio Mil[6] de estación, o sea un cuate de los directivos me dijo “te necesito para esto” y yo respondí “no sé de qué me esté hablando y no sé ni quien es Juan Gabriel”. Lo dije en serio, no en una posición mamona: de verdad no sabía. Él me dijo “justamente lo que busco es eso, alguien que tenga tu capacidad de hacer radio: no importa la canción, importa el medio y el mensaje”. Y así estuve programando Radio Mil –la estación- como un año.

Te cuento esta historia porque me pasó lo mismo aquí: yo no sabía de tele, prácticamente no veía nada de tele; yo no sabía de publicidad. Lo que sí sé es de diseño porque me gusta. Entonces lo que me dijeron en Azteca fue “no me importa: lo que necesitamos es tu capacidad creativa”. Me presentaron a mi equipo de trabajo -que yo veía como loquitos- y el primer día se presentó José Ramón Fernández por la puerta  y dijo “necesito la campaña del Mundial de EU 94”, entonces así empecé.

Entré pensando que estaba de paso y que en algún momento iba a retomar la radio. Seguía dando clases en la universidad, daba clases de comunicación, radio y música. Tengo la impresión de que esas clases en la universidad satisfacían mi rollo del choro: otra vez, tenía  un pie en el choro y otro aquí con una bola de retos extraños. Aquí el trabajo es como llegar y toparte con una hoja en blanco todos los días. A ver, haz una campaña del mundial otra vez, después de 19 años.  ¿Qué hacemos? No lo sé. Permanentemente te enfrentas a la hoja en blanco, luego me piden un logotipo para no sé qué: siempre es una hoja en blanco.

LA RADIO ES MONÓGAMA

Una de las cuestiones es que lo que yo hacía en la radio no es un asunto de un ratito nada más: la radio es muy demandante. Todo lo que yo dije en el micrófono está escrito, todo, todo; todo lo que dije en Utopía está escrito, guardo las cartas que me enviaban. Para mí la radio es monógama: es una demanda permanente, no es de ratitos, sobre todo lo que a mí me gustaba hacer: implicaba muchísimo tiempo. Además, es posible que todo lo que yo tenía que decir ya lo dije. A veces cuando he hecho alguna cosa para radio en los últimos años, me escucho, no sé, como pasado de moda.



De repente me dijeron “¿por qué no haces un programa  en Radio Ibero?” y nunca quise: ¿qué digo?...bueno como te dije, igual y algún día descubro  que si tengo todavía algo digno que decir. Pero para hacer radio,  necesito tiempo: ahora trabajo de tiempo completo y nunca me atrevería a llegar sin un guión, me cuesta mucho trabajo escribir. No podría escribir una columna diaria en el periódico: sé que tal vez lo pueda hacer y que puede que hasta me salga bien, pero me cuesta mucho trabajo. Ese texto que hice sobre Leonard Cohen y que publicaste en el blog me costó mucho trabajo. Yo veo la obra de Carlos Fuentes y me pregunto, ¿cómo le hizo?.

Eso es lo que pasó, por eso dejé de estar en la radio, por eso fue.

LA UTOPÍA… EN EL 2013

BC: Jaime, el año pasado tuvimos las campañas electorales y un candidato a la presidencia se atrevió a hablar en su programa de gobierno de la búsqueda de la felicidad. A un poeta le matan un hijo y su respuesta es dejar la poesía y se gesta un movimiento en donde se habla mucho de la palabra amor, de dar abrazos en forma indiscriminada; de decir: “debemos comprender”. En este contexto ¿sigue vigente la Utopía en el 2013?, ¿cómo lo ves a 30 años de distancia?

JP: A ver… vamos a ver. Yo haría una distinción muy clara: yo hablo de una Utopía personal, individual y una Utopía colectiva. Ambas pueden tener la misma función, pero a diferente nivel, ambas son la capacidad de imaginarte un futuro deseado, al imaginarte este futuro deseado, tus límites de posibilidades se expanden, aunque no logres la Utopía, tus posibilidades se expanden. 

Cuando era muy chavito había una Utopía hippie de Peace & Love que muy rápidamente se enfrentó a una realidad muy fuerte. Yo creo que peace & love como Utopía social o política, si así le quieres llamar, se jodió a finales de los sesentas porque no era viable y muchos de estos hippies se fueron a otra militancia, inclusive de formas violentas, como los Yippies (Youth International Party) de Abbie Hoffman. Entonces, como Utopía social nunca la vi muy pertinente. No estoy diciendo que su concepto de amor no sea muy poderoso, pero como arma político- social- cultural no iba a ningún lado. 

Tal vez la juventud rebelde se fue por tres lados: unos se quedaron colgados en el rollo hippie, otros se fueron a la militancia política democrática y otros a la militancia guerrillera.

Al margen de las utopías sociales, creo que es muy importante en la vida personal tener utopías: imaginarte futuros imposibles, para que seas tú quien escriba el guión de tu vida: que sean tus propios sueños y aspiraciones los que persigas y no aquellos que la sociedad te quiera imponer.  Si tú no te imaginas que tu futuro puede ser diferente, estás condenado al aburrimiento de la normalidad, al aburrimiento de la no sorpresa, es como las telenovelas, ya sabes como van a terminar. Parece que ya tienes el guión de la vida escrito: naces, creces, te reproduces y te mueres. Y háganle como quieran: naces, vas a la primaria, secundaria, prepa, te casas, tienes hijos, trabajas, tu mujer trabaja… ya se sabe.  Ahí es donde la construcción de tus utopías juega un papel: ampliar el horizonte de tus posibilidades, escribir tu propia historia.

Por ejemplo, no es fácil construir una utopía amorosa. Debe partir de una  nueva narrativa del amor, y eso parece muy complicado. La narrativa actual para el amor es la pareja y la pareja tiene una bola de códigos y una bola de leyes. Construir una narrativa diferente no es fácil, cuando te atrapa el amor, cuando te enamoras, parece haber un código ya escrito… ya sabes que sigue. Parece haber muy poco espacio para reinventar el amor. ¿Ya te enamoraste? Pasa al capítulo 4: tienes que hacer esto y esto y esto. ¿Sigues muy enamorado? Pasa al capítulo 7. ¿Ya te quieres casar con ella? Pasa al capítulo 8. ¿Y luego qué sigue? Sí, ya lo sabes: es la boda. Pasa al capítulo 9. Parece que la historia ya está escrita.

BC: ¡Qué fuerte!

JP: Y ante eso es muy complicado construir una utopía diferente, muy complicado porque tienes que seguir viviendo en el mundo real.

Yo creo que lo que tenemos que hacer es poner un pie en la realidad y el otro en la utopía.. Por ejemplo tú tienes tu negocio, trabajas con clientes y tienes que operar porque alguien tiene que comprar lo que vendes. Ese es tu pie en la realidad, pero si quieres ser inmensamente feliz tienes que poner tu otro pie en tus proyectos locos, en tus fantasías, en tus placeres, Un pie te da de comer y el otro te llena de placer. En términos de  Herbert Marcuse, un pie en el principio de realidad y un pie en el principio del placer; desde el Imperio del choro diríamos: estar lo suficientemente loco para ser feliz y ser suficientemente cuerdo para operar socialmente. Ese es mi principio de equilibrio.

Es decir, tengo que operar en el modo “sujeto social” y tengo que saber operar en el modo “utópico- locura”.  


CONSTRUIRSE A SI MISMO

BC: Jaime, Yo tengo una teoría que quiero compartir contigo: uno guarda cosas que le gustan, por ejemplo discos y libros; por una parte está el momento  del disfrute que te brinda, pero en otro nivel para mí esos artículos también son una pregunta latente y esa pregunta es: ¿qué estás haciendo con lo que dices que escuchaste?, ¿qué estás haciendo con lo que dices que leíste?  Por un lado está el disfrute de escuchar a los Beatles o a Bob Dylan, pero también llevan una responsabilidad de no permanecer actuando igual después de escucharlos, sino de darte cuenta y evolucionar.

Está la fase del disfrute, pero además está una enseñanza. Cuando está el disco o el libro ahí en el librero, te está haciendo una pregunta: “oye, ¿qué hiciste con eso que aprendiste? En tu caso, Jaime, ¿qué hiciste con eso que aprendiste?

JP: Mmm… a lo mejor yo… a ver, yo parto de una cosa: primero es el disfrute, primero es el enorme placer, sin eso, según yo (por mi forma de ser) no hay nada. Por ejemplo: tienes que escuchar a David Bowie porque es muy importante para tu acervo cultural, pero yo digo no, punto: no me gustó, a mí no me gustó y no lo critico. ¿Qué le vamos a hacer?, no me gustó. Yo estoy enfrentado al fenómeno musical desde el placer, no desde el deber.

Tú comentas que sé mucho de rock y sí, pero tengo lagunas porque yo no me enfrento al asunto estudiándolo. Esto es muy importante: la música clásica me gusta mucho. ¿Por qué? Porque me causa un enorme placer oírla, pero no tengo una cultura de música clásica, soy mozartiano, si sé; soy bachiano y si sé, soy beethoveniano y si sé; y me dicen: pero te faltan muchos. Y sí me faltan muchos, ¿y? Yo no estoy estudiando música, estoy disfrutando música y en el disfrute no hay “deber ser”, hay sólo un enorme placer. Claro que hay quienes encuentran un enorme placer “sabiendo de música”…yo prefiero simplemente escuchar y disfrutar.

¿Y qué hice con todo ese placer musical?... Me construí.


BC: Wow, que buena respuesta.

JP: Yo me construí con eso, o sea, yo soy eso, yo soy eso. ¿Escuchar a Donovan? Yo lo oía por el enorme placer de escucharlo. ¿A Dylan? Enorme placer. Pero evidentemente te vas construyendo, te vas haciendo tú.

Deja pasar a otra cosa. Así como tú me preguntas aquí, puede aparecerse desde mi librero el fantasma de Carlos Marx a preguntarme ¿qué hiciste con el tomo I de El Capital? Yo le diría a Carlitos: “me construí”. Oye, ¿y por qué nunca militaste? Porque no se me pegó la gana. La música y los libros que yo leía por placer,  eran mi parte placentera: mi principio del placer, mi modo utópico-loco, mi parte obligatoria, mi principio de realidad era el colegio y la universidad, con esa cultura alemanesca de “primero la tarea, luego el placer”. Lo que nunca me explicaron era que la tarea podría ser placentera. La parte lúdica parecía estar vetada en el deber. ¿Por qué yo nunca, en mi estúpida vida, tomé clases de dibujo y de pintura si me gustan tanto? Pues porque el sólo nombre: “clases de” me ponía en el ámbito del deber. Bueno, ahora ya no tengo tiempo de hacer nada, pero antes todo el tiempo me la pasaba pintando, dibujando, tocando guitarra, pero nada de clases ni cosas de esas…me daba tirria.

¿Oír música? Es una actividad que hago solo, soy un gran solitario. Me preguntan “¿por qué no fuiste al concierto de Bob Dylan?” y respondo “porque ya lo ví el día que vino con el mismo tour y me da bastante hueva”; ya hasta me cae gordo, si no está de vena, se pone a cantar como si estuviera solo, no conecta con la audiencia, y de vez en vez echa una miradita como diciendo: y ustedes que chingados hacen aquí. Es un poeta, es una maravilla, es un poeta cantando, lo he visto cuatro veces cantando, una vez estaba maravilloso y entonces sí fue un gran concierto, pero …mejor escucho sus disquitos.? Otro de mis grandes: Van Morrison. A mi no me tocó, pero me contaron que en algún concierto llegó y dijo “vamos a acabar con esto pronto”. No les quita, ni les resta nada. El día que se me antoje pongo Astral Weeks de Van the man y eso si es deleite puro. Está bien, Bobby, eres un chingón pero como sea ya me caíste gordo, pero no puedo dejar de escuchar Blonde on Blonde.

LOS PLANES A FUTURO

BC: Jaime, estamos a punto de terminar la entrevista…

JP: Beto, cuando oigas esto, te vas a dar cuenta lo incoherente que soy (risas). Así surgió “¿Dónde quedó la bolita?”: mi amiga Martha me grabó y entre que voy saltando de un tema a otro, hablo con las manos y apuntes en el pizarrón, salió algo incoherente que tuve que trabajar para ordenarlo.

(Risas)

BC: ¿Hay planes para actualizar o volver a publicar El Blues de la Nostalgia Subterránea?

JP: Te voy a decir una cosa, para mí es como si ya lo hubiera parido, ya lo hice, y ya. Quizás planes para releerlo, ya no recuerdo ni qué dice. Recuerdo que me quedé muy insatisfecho con la edición: lo editaron con las patas, pero satisfecho con el contenido. Lo escribí en 1988, entonces ya pasaron muchas cosas y discos en la vida de Dylan. Creo que para volver a publicarlo tendría que reescribirlo, no sé, además, ya hay mucha información sobre Bob Dylan, yo no sé si yo aporte algo al respecto, no lo sé. 

Soy un poco crítico con el proceso de escribir libros sólo por escribir, ¿de verdad tienes algo que decir?, ¿en serio? Porque hoy en día ya estamos enlibrados, estamos llenos de libros, llenos de libros. Por ejemplo “¿Dónde quedó la bolita?”: tiene mucho que no lo leo, pero cuando lo leí llegué a la conclusión de que era una gran síntesis de mi no-forma de pensar. Eran ideas que venían de muchos lugares,  tal vez ahí sí aporté algo, no sé.



BC: ¿Sabías que está agotado, ya no consigues, ni en la biblioteca de la Ibero, ningún ejemplar de “¿Dónde quedó la bolita?”? Desapareció.

JP: ¿En serio?. Pero, ¿tú tienes un ejemplar?

BC: Sí, en efecto, además lo estamos distribuyendo en el blog.

JP: Es como el artículo sobre Leonard Cohen que tú publicaste en tu blog: lo escribí para una revista que nunca salió a la luz, entonces se quedó para “la crítica roedora de los ratones”  como dice Marx. Finalmente tú lo rescataste…el caso es que disfruté con enorme placer escuchar el disquito de Leonard Cohen, pero escribir el texto lo sufrí.

LA BANDA UTÓPICA, 30 AÑOS DESPUÉS.

BC: No sin antes agradecerte tu generosidad en tiempo y por los conceptos manejados y, ¿por qué no?, dándote las gracias (después de 30 años) por tus programas. Nosotros en esa época éramos jóvenes (mucho más jóvenes que ahora, diría John Lennon), en estos 30 años nos casamos, tuvimos hijos, nos divorciamos, salimos del clóset, engordamos, perdimos cabellos, no lo sé, tantas posibilidades. ¿Qué le dices a la Banda Utópica, hoy, 30 años después?

         JP: 
¿Por qué nadie me oyó? 
¡Chingao!, 
¿por qué nadie entendió?, 
¿por qué no me hicieron caso? 
Si me hubieran hecho caso no hubieran hecho tantas pendejadas. 
¿Por qué nadie me oyó?
(Risas)
         No, por supuesto que no.

         Mira, yo insisto en esto: yo insisto que no se debe perder la utopía que tú te construiste, pero también entiendo que es necesario operar socialmente, otra vez, el balance. 

         En realidad no sé de los chicos de la Banda Utópica, sé que hay uno que se volvió un pintor muy interesante: Daniel Lezama, ahí tengo sus cartas: un tipo megalúcido. Siempre pensé que sería escritor, tal vez poeta…sus cartas eran una maravilla. Pero de todos modos, Utopía 101 fue un ejercicio muy padre  de agitación a nivel de reflexión interna, una parte de lo que yo soy hoy se construyó ahí: pensando, reflexionando, investigando, escribiendo los guiones, en la cabina, en las reuniones con la Banda Utópica. 

Hubo un tiempo cuando era chavito, que hablaba con canciones. Un amigo me dijo “¿te das cuenta siempre tu respuesta implica una cita de una canción, no?” Por ejemplo si alguien me decía: “no entiendo porqué ayer estaba tan feliz y hoy estoy de la patada, yo le cantaba: “happiness runs in a circular motion…” (una canción de Donovan)…muy loquito, pues me parece que eso hacía en Utopía 101, con el choro y la música. El imperio del choro musicalizado. 

BC: Imaginemos, Jaime: si vieras ahora a los integrantes de la Banda Utópica, no sé, de traje y corbata, en el mundo ejecutivo, con familia, adultos en una palabra…

JP: El asunto es que no los veo, del único que tengo constancia es de Daniel Lezama a todos les perdí la pista, pero vez vi los cuadros y vi su nombre, entonces lo identifiqué, este es Daniel Lezama. Un tipo, no sabes, brillante, pero de los demás, no sé donde están.


BC: Bueno, pues la vida se encargó de que cada uno forjase su propio camino, y ojalá sigan persiguiendo su Utopía personal¿no?

JP: Pues espero que tengan un buen recuerdo de juventud de los miércoles por la noche.

BC: Yo creo que sí, es más te aseguro que hablo en nombre de muchos de ellos.

¿UN POSIBLE REGRESO?

BC: Jaime, esta es la última pregunta y si no te la hago me cuelgan: ¿algún día regresarán Radio Alicia, Utopía?

JP: A mí me encantaría Radio Alicia, porque es un ejercicio diferente al ejercicio mucho más complicado y profundo de Utopía. En Radio Alicia yo estaba hablando con mi propia generación… no sé, no sé, para que te choreo, en serio a veces creo que ya dije lo que tenía que decir.

BC: ¿Tu regreso a la radio es posible, aunque sea con un podcast? Ponte a ver que está Julia Palacios en Ibero, Verónica Vázquez conoce a la gente de Radio UAM, Gaby Warketin en W...

JP: No’mbre, ¿cómo crees? Gaby y yo somos muy cuates, muy buenos cuates y le dije: “oye Gaby, ¿no necesitas un buen locutor?” y me responde: “no, bombón -así me dice ella- porque tenemos problemas de logotipos”. Yo le pregunto “¿por?” y me responde, “que no ves que esto es Televisa…” ahhh.



BC: Finalmente, Jaime, ¿Qué canción le dedicarías hoy a la Banda Utópica? ¿Qué canción debería acompañar a esta entrevista?

JP: Mmm… pues, del disco Led Zeppelin, canción “Dazed and Confused” por aquello de mareado y confundido, como esta entrevista:
(Risas)




Y así, cantando esta rola, nos despedimos del buen Jaime Pontones. Agradeciéndole su tiempo para esta entrevista y también por los conceptos que manejó y que cada uno de nosotros los interpretaron a su manera, en cierta forma, yo le reconozco su influencia en mi forma de lo que pretendo llegar a Ser.

Por último comentarles que Jaime es asiduo lector del blog por si gustan dejar comentarios y/o aportaciones para publicar.

Cuando le envié un msm a su celular me despedí con este mensaje y lo quiero rescatar para cerrar esta entrevista:


" Buenas noches, 
dulces sueños, 
y un beso colectivo 
o, ¿cómo era? ".


Con afecto


Por @BetoCronopio
Fotos @Zaeks2
Material @Carlos_Vaz
Revisión Editorial @oscarg_campos



[1] Versión en español de “Glad All Over” del grupo Dave Clark Five.
[2] Poeta Cubano.
[3] Estación de radio ubicada en el 690 de AM del DF entre 1990 y 1991, dedicada a la música y espíritu de los años 60.
[4] Cadena radial, con sede en Insurgentes Sur 1870, por la cual se transmitía Rock 101.
[5] TV Azteca comenzó a transmitir, ya privatizado, en 1994.
[6] La estación bandera de la cadena, en los 1000 KHz de AM.

3 comentarios:

  1. Muy interesante y reveladora la entrevista. Elleerla me ha producido un enorme placer y me doy cuenta que muchos de lso conceptos que maneja Jaime se pueden aplicar a mi propia vida. Para mí la música es un acto solitario el cual me produce un enorme placer y coincido en que no soy un estudioso de la música. Con la literatura me sucede lo mismo, cuando he teniddo que leer por obligación nada más me es imposible hacerlo. Para mi el libro que leo tiene que llegar en el tiempo justo, por ejemplo El quijote de cervantes, que te lo tienes que leer en diferentes periodos de la vida escolar, llego su tioiempo de leerlo hasta despues de que cumpliera 40 años pero una vez que empecé, no pare hasta terminarlo con un enorme gozo al leerlo.
    Me encantó lo que menciona Jaime sobre el equilibrio que debemos tener entre estos dos mundos, por un lado uno tiene que tener interacciones sociales y cumplir con ciertos ritos como casarse y si tienes hijos el interminable viaje de los ritos religiosos que la propia familia te exige. Cantas veces alos que nos casamos un poco grandes nos decían y tu? para cuando te casas? y un largo etcétera. Por el otro hacer y disfrutar lo que a uno realmente le gusta, disfrutar el estar en soledad.
    Creo que es importaqnte, como bien lo dice Jaime, no perder nuestra utopía auqne para ello estemos haciendo equilibrio entre estos dos mundos como si estuvieramos en una cuerda floja.
    Saludos.
    Xuravet.

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  2. ... y tal pareciera que no hay respuesta a las preguntas... parece que muchos a pesar de haber sido formados por letras, música y por reflexiones de generaciones antecesoras no entendimos cómo jugar en este juego de la vida, pero indudablemente siempre tenemos la opción de armonizar el "sujeto social" y el modo "utópico-locura" que nos rescata. Gracias Jaime por seguir después del tiempo, tronando los dedos para que la imaginación regrese a mirar el origen de quiénes somos, gracias Beto por la oportunidad de volver a "escuchar" con los sentidos, esa voz profunda de complicidad.

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  3. Saludos, un abrazo taka taka y un gran agradecimiento a Pontones por compartirnos sus palabras un buen rato, aunque tengo trabajo y soy adulto con chamba, no he abandonado la locura, hago radio por internet los viernes en la noche, con influencia de su escuela, lo chistoso es que no estudié comunicaciones, pero hago radio por placer, cinco años, sigo con trabajo, sigo con rutina, pero hacer radio por internet a nivel aficionado es todo un placer aun cuando no tenga fama alguna, gracias Pontones...

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