Por Carajo Camila.
La voz de Pontones es –para mí- el inicio.
Y mi viaje a través del túnel, del hoyo, del puente –o como quiera verse- aún no se ha terminado. Es más, es recientito. Y es que mi vida rocanrolera se quedó suspendida por unos cuantos años sin Alicia envuelta en Utopías, y ahora que “resetié” mi máquina, vuelvo al origen, y cada que escucho su voz y su mundo, vuelvo a adherirme sin chistar a esa forma de decir, de comunicar, de gestar, de parir.
SI yo quería ser hippie y me sentía Janis fue por culpa de Pontones, que lanzaba sin piedad esos escritos-poemas-reflexiones-canciones-propuestas-seducciones-fantasías-provocaciones, y yo sin antídoto alguno (al fin que ni quería).
Rock and Roll, Leyla, The Cosmic Blues, A Whiter Shade of Pale, Because the Night, The Crystal Ship, More than a Feeling... maravillas presentadas ante mi por esa voz originaria. Y eso que eso era lo “elemental”, porque enseguida venían las fantasías, la imaginación, las utopías, la creación de conciencias como si se tratara de cera blandita en sus manos. Cimbró fuerte mis adentros, pa’qué voy a negarlo. Me tatuó pues. Como aquel amor eterno e imposible de mis dulces 16.
Y hoy no exagero cuando observo que esta que soy, melómana, activista, romántica, crítica, se derrite al escuchar esos rescates de la memoria y reivindica su origen.
Esta comunión con las alicianas utopías son tan vigentes como Dylan en sus apenitas setenta.
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