Por Alma Colín
Utopía, la sola mención alborota los recuerdos y los sentidos, con nostalgia de un ayer que se fue y nunca volvió, pero que aún se deja atrapar a pedazos, a pedacitos (como el día que brinqué de gusto porque pensé que Pontones volvía a la Radio con Julia Palacios. Pero no, sólo era un programa anunciado como el regreso de Radio Alicia en un sábado de 2013 si mal no recuerdo) y después la nostalgia se volvió a acomodar en el baúl de los recuerdos.
Cómo olvidar esos ayeres de Utopía, cuando la incertidumbre de un futuro se sostenía con una comunidad conectada a una voz. Una voz que mediaba entre el sentido de la letra de una canción y la audiencia. Rock 101 era mi fiel compañera, voces entrañables que más que conducir programas, daban un sentido a la radio. Y de entre todas esas voces, estaba esa voz, esa voz que inquietaba e invitaba a soñar, a perseguir el sueño, a abrir puertas inexploradas, a no conformarse con las zonas de confort, a construir la Utopía propia.
Eran mis tiempos Cecehacheros, en los que me sentía especial por pertenecer a la Banda Utópica, era parte de esa colectividad de la cual nunca vi el rostro y sin embargo, la reconocía en cualquier punto de la ciudad, a bordo de un transporte público que sintonizaba Rock 101, o en alguna charla callejera que aludiera al Buen Pontones, al Maestro Pontones. Pero Utopía era para escucharse en privado, a solas, en el rincón favorito de la recámara o sobre la cama, relajada, a oscuras, a puerta cerrada; era mi hora, mi tiempo intocable, innegociable. Para mí esta era condición necesaria para dejar volar la imaginación e ir en busca de la utopía, permitir que cada nota musical me conmoviera en lo profundo, me erizara la piel. Aun recuerdo estremecerme con las piezas mas contestatarias, las clásicas, las melosas, por ahí desfilaban Dylan, Pink Floyd, Greateful Dead, Donovan, Velvet Underground, Moddy Blues,……por ahí desfiló la memoria musical del ´68, Vietnam, el preludio de la caída del muro de Berlín, y la interminable lista…… todo tiene un contexto, un fondo que lo mantiene vivo, una memoria que se resiste al olvido……. Snifff! Suspiro!!
Y de pronto the dream is over, el Gurú de la Banda Utópica ya no estaría, había un punto final. Alicia dejaría de atisbar en las puertas……y yo no lo podía creer, no era justo, pensaba.
En realidad nunca entendí por qué se acabó mi tiempo con Pontones, por qué no volvió a la radio; siempre mantuve la esperanza de que iba a aparecer en cualquier momento, al igual que Luis Gerardo Salas. Ya no recuerdo si fue al mismo tiempo o poco después se acabó Rock 101, y yo: -queeeeé y ahora qué voy a escuchar. Quién va a acompañar mis días, mis ideas musicales. Y reconocí la nostalgia, la nostalgia que desde entonces se me instaló de aquellos días, y de la cual sólo vuelvo a hablar cuando encuentro a alguien que haya coincidido. Lo único que me quedó fue mi memoria y algunos cassettes que ya no tengo dónde escucharlos, con grabaciones de algunos programas de Utopía, de Ideas Musicales, del programa de Jordi Soler, que ya no recuerdo cómo se llamaba.
Hace poco conocí a un chico que dice haber trabajado en la cabina de Rock 101 y conocer a toda esa banda y esa noche acaparamos la conversación de un grupo de amistades regodeándonos en los recuerdos de la Banda utópica, repasando la historia propia junto a la voz que a ambos nos conmovía, la del buen Pontones.
Por todo ello, cómo olvidar esos ayeres utópicos.
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