martes, 26 de julio de 2011

En el siglo pasado.



Por Lazaro Salvatierra.

En el siglo pasado, un hombre checo solía pasearse regularmente en un parque de Praga. En cierta ocasión, encontró a una niña que lloraba desconsolada: ésta había perdido a su muñeca.

El hombre decidió brindarle solución. Aseguró a la niña que él era cartero, que en realidad la muñeca había partido de vacaciones y que ya tenía cartas cuyo destinatario era ella misma. A partir del día siguiente la pequeña recibía emocionada la misiva, sin saber que el verdadero remitente era un genio y que en las siguientes semanas escribiría bellos mensajes. Hasta que el cartero / escritor falleció.

Esta historia fue real. No obstante, se repitió a principios de los 90’s, ya que los jóvenes de entonces recibíamos –todos los días- cartas auditivas (en sinfonías de colores y letanías de perfumes) de un cartero llamado Jaime Pontones; todo, bajo la égida de Radio Alicia. Así, los noventeros que no vivimos los 60’s, sentimos de un testimonio real la fuerza del Peace and love, o bien compartimos los ideales de los hippies y de los yipies. Pintamos las paredes parisinas con consignas utópicas y pintamos submarinos de amarillo. La conciencia quedó expandida más allá de los 60’s.
Y sí, un día desapareció la estación. ¿Y qué me dejó? Un eco musical y permanente: la imaginación al poder.

El cartero checo se llamaba Franz Kafka. Y la muñeca ¿Alicia?

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